Vaya por delante que soy una defensora de la unidad nacional. No porque sea facha (término despectivo que viene de la abreviatura de “fascista”) o deje de serlo, sino porque me parece a mí que las diferencias, cuando son absurdas, no conducen a nada. Todos somos tan distintos como que dos hermanos pueden llegar a no parecerse en nada, y no por ello van a independizarse de su familia.
En el camino del independentismo que ha iniciado Arturo Mas hay mucho de tontería y mucho más de estupidez (dicho sea con todos los respetos hacia la persona, que no hacia el político). Este señor pretende (y así deberían saberlo sus seguidores) que los catalanes sigan mamando de la teta España para lo que les convenga, y ser independientes para chorradas tales como anteponer la senyera a la bandera española en actos y organismos oficiales, o que el catalán (¡ese gran desconocido!) sea el único idioma en las escuelas. Eso sí, en cuanto a su gestión como president de la Generalitat: suspenso. Su legislatura está siendo un auténtico desastre en lo relativo a las cuestiones que realmente atañen al estado del bienestar de los catalanes.
¿Queréis independencia? Todo es de hablar. Pero como parte interesada, entiendo que me tendréis que preguntar a mí también, aunque viva en Galicia, porque si alguien quiere irse de donde sea, igualmente tendrá que opinar quien forma parte del todo del que alguien pretende disgregarse. ¿O no?