La mañana estaba triste y nublada. El único que estaba alegre era mi perro Toy un cocker spaniel color canela que sabía que tocaba paseo dominical. La niebla iba suavemente bajando de los picos de la Sierra del Cordel en el Valle de Campoo, hasta que me envolvió totalmente y la visibilidad en el bosque de robles se hacía cada vez más débil. Yo, aunque distraído en mis pensamientos, iba escuchando el sonido del rio y los ladridos, ahora lejanos ahora cercanos, de mi orejudo acompañante. La niebla, que lo envolvía todo, transformaba cualquier piedra, cualquier sombra, cualquier árbol en figuras fantasmagóricas. De repente en una senda embarrada, que recorre la ladera de la montaña, vi una huella de cinco dedos marcada en el suelo, nítida, clara, almohadillada. Era una huella de oso pardo. Un calambre nervioso recorrió todo mi cuerpo, y sin saber por qué fui siguiendo su rastro adentrándome aún más en el bosque. Fue como un imán inconsciente, emocionante, nervioso e imprevisto. El perro subía y bajaba, se alejaba nervioso, ladraba como su naturaleza cazadora le obliga. De repente, después de un buen rato siguiendo las huellas, me paré en seco sorprendido de mí mismo y de mi osadía siguiendo las huellas del oso, y comencé mi camino de retorno acelerando el paso con cierta sensación de pánico. Los bosques habitados por este bello animal adquieren otra dimensión, una dimensión inquietante, misteriosa y con un halo de sensación de peligro.
Las huellas del oso me animaron a seguirle, merecía la pena pero me entro miedo. Y esto me hace reflexionar sobre que huellas merecen la pena seguir. Que huellas se han quedado con nosotros y que huellas han ido conformando nuestra personalidad, nuestra forma de ser. A la mayoría de las personas la huella de sus padres, hermanos, amigos, profesores, ídolos o héroes, nos han ido marcando en nuestro camino por la vida. El deseo de toda persona es dejar su propia huella. Pero, ¿cuál es la más profunda, la más duradera y emocionante que nos ha animado a seguirla con cierta inconsciencia?. ¿Cuál es la huella que nos merece realmente el esfuerzo de buscar y encontrar?. Cada uno tendrá la suya y la venerará a su manera. Las huellas de nuestro pasado, de nuestras civilizaciones pérdidas. Las huellas son la marca, el paso, el poso de una vida, de una referencia. A veces nos dará pánico seguirlas o ilusión encontrarlas, pero la mayoría de las veces si acertamos iremos visualizando y siguiendo los rastros de personas que merecen ser seguidas, o no.
P.D. Una huella firme nos ha dejado Paco de Lucia. Descanse en Paz.