martes, 5 de agosto

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Barricada Cultural

 

De cómo se han perdido las formas

por Mercedes De Miguel González

Imprimir noticia

¡Qué tiempos aquellos, tan pretéritos ya, cuando las cordiales antipatías se dirimían epistolarmente —y selladas con lacre— haciendo un alarde de ingenio!

Quién no recuerda los intercambios —a pluma— de perlas como las que se intercambiaban Góngora y Quevedo, enemigos a muerte y, sin embargo —estoy por afirmar—, admiradores recíprocos.

 Voy a citar un ejemplo:

 «(…) Yo te untaré mis obras con tocino porque no me las muerdas, Gongorilla, perro de los ingenios de Castilla, docto en pullas, cual mozo de camino. (…)» (Quevedo)

 «(…) Con cuidado especial vuestros antojos dicen que quieren traducir al griego, no habiéndolo mirado vuestros ojos. Prestádselos un rato a mi ojo ciego, porque a luz saque ciertos versos flojos. Y entenderéis cualquier gregüesco luego. (…)» (Góngora).

Con ser esto complicado de leer, y más aún de entender, a más de uno se nos esboza una sonrisa —siquiera de medio lado— al captar el sentido de lo que,  más que frases, parecen estoques taurinos.

Pero fue el Beato de Liébana quien sentó las bases para el insulto directo y sin circunloquios cuando le dirigió su consabido epíteto de «cojón del anticristo» a Elipando de Toledo, a la sazón Arzobispo de esa diócesis.

De ahí al «me la traes floja, colega», «estás paranoic@», o al «multiplícate por cero y déjame en paz», apenas hay unos cuantos siglos y algo más de ingenio y erudición.