sábado, 5 de julio

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Barricada Cultural

 

Caridad

por Damián López

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Siendo las virtudes teologales “Fé, Esperanza y Caridad”, resulta que la única que implica acción es posible que sea la tercera.

El tema que es que “en estas fechas tan señaladas” parece multiplicarse ese sentimiento que nos conduce a lavar las conciencias realizando alguna altruista acción conducente a paliar la gana que pasa un pobre. Buaf!!!!! (Esto es una arcada que acabo de sufrir).

Quienes mejor trataron este tema con el lema grandioso “Siente un pobre a su mesa” fueron los profesores Azcona y Berlanga, que con su proverbial “Pácido” nos legaban un tratado sesudo de cómo se comporta una sociedad muy pero que muy falsa. Una sociedad que genera pobreza inmisericordemente al tiempo que maquilla esa tragedia con actos impostados de entrega a los demás.

Una sociedad rica, moderna, equilibrada, no debería necesitar gestos como los que estamos viendo estos días en los telediarios. Esta lavada de cara no debe esconder la dura realidad. Si están atestados los comedores sociales atendidos por Organizaciones No Gubernamentales de cualquier signo, es porque los Servicios Sociales de Gobierno Central, Comunidades, Diputaciones o Ayuntamientos (anda que no hay!!!!) no funcionan o lo hacen de forma deficiente.

Reconociendo el trabajo y admirando la dedicación de voluntarios de todo tipo, aceptando la buena voluntad de los donantes de cualquier entidad, uno no puede por menos que sentir desazón comprobando la inutilidad, en muchos casos, de tanto esfuerzo. Y me pongo un ejemplo: en los últimos días se están entregando cantidades importantes de alimentos a los bancos de tal. Bien, se solicitan productos no perecederos. Bien, se entregan legumbres, pasta, etc. Hasta aquí perfecto. Pero viene un “¿Ahora con qué se guisan estos productos? ” “¿Qué se le echa al arroz?”, “ a los garbanzos”… “¿En qué fuego se ponen a cocer?” Me lo pregunto a veces y me siento un poquito “capullete” porque da la impresión de que me jode que la gente se muestre generosa. Y no, no hay nada de eso. Es que veo incongruente entregar un producto que luego cuesta más cocinarlo de lo que cuesta el producto. Es lo que veo.

Hace no muchos años vi un reportaje en el que aparecía un almacén en un país africano de los que sufren hambruna atestado de sacos de lentejas. El fulano encargado del lugar explicaba a la cámara: “mandaron las lentejas, pero no tenemos agua ni fuego con los que cocinarlas”. Ejemplo manifiesto de ayuda tan bien intencionada como inútil.

Aparte esta sensación de fariseísmo general cuando observamos con qué poco criterio humano se desahucia a una familia, se le corta la luz a un hogar o se le niega la atención médica a un forastero.

No me quiero dejar para mañana mi última reflexión: no siempre la caridad es bien intencionada. No faltan organizaciones que bajo el manto pulcro de la ayuda a los demás hacen gala de un proselitismo indecente.

Como son fechas de “buenismo”, no voy a ser más malo. Visualicen Plácido y saquen conclusiones. Terminarán cantando el villancico que cierra la película…

“porque en esta Tierra ya no hay caridad

Y nunca la ha habido

Y nunca la habrá”…