lunes, 7 de julio

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Barricada Cultural

 

"A sangre fría" de Truman Capote

por Jorge Fernández-Bermejo Rodríguez

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“Soy alcohólico, soy homosexual, soy un genio”  (Truman Capote)

 

“El pueblo de Holcomb está en las elevadas llanuras trigueras del oeste de Kansas, una zona solitaria que otros habitantes de Kansas llaman “allá”. A más de cien kilómetros al este de la frontera de Colorado, el campo, con sus nítidos cielos azules y su aire puro como el del desierto, tiene una atmósfera que se parece más al Lejano Oeste que al Medio Oeste. El acento local tiene un aroma de praderas, un dejo nasal de peón, y los hombres, muchos de ellos, llevan pantalones ajustados, sombreros de ala ancha, y botas de tacones altos y punta afilada. La tierra es llana y las vistas enormemente grandes; caballos, rebaños de ganado, racimos de blancos silos que se alzan con tanta gracia como templos griegos son visibles mucho antes que el viajero llegue hasta ellos…”  

Así arranca “In cold blood” ( “A sangre fría”), sin duda, la novela más conocida y de mayor calidad  de este alcohólico, homosexual y, ante todo, genio, llamado Truman Capote. Y así se describe a sí mismo en “Música para camaleones”, compilación de varios cuentos junto con la novela corta “Ataúdes pintados a mano”.

Traemos a colación el inicio porque es un claro anuncio de lo que viene detrás. Ese tono objetivo de la prosa con el que describe el carácter áspero de un pueblo provinciano de la pequeña América, adquiere el grado de crónica, y también es utilizado para describir más que enjuiciar los actos de Dick y Perry, dos asesinos entre sociópatas y psicópatas que asesinan de forma brutal a la familia Clutter, católicos intachables de la comunidad de Holcomb. El asesinato conmocionó Estados Unidos, y aún hoy la referencia a los Clutter sigue helando la sangre.

Pues si, sin duda la descripción que Capote hace de sí mismo, son las palabras de un niño torturado, que pasó la infancia en el viejo sur de los Estados Unidos ( Sur, que en muchos de sus cuentos retrata magistralmente; gran parte de ellos se centran en la vida de Nueva Orleans, ciudad en la que Truman vivió muchos años y que adoraba profundamente), huérfano de padre y de madre, pues su padre lo abandonó de niño y su madre lo alejó de su vida, fue un niño superdotado que no encontró la felicidad. Así que se refugió en los libros, gracias a su genio literario.

Centrándonos en “A sangre fría”, esta novela supone  la fundación de un estilo, la “non fiction novel”, novela de “no ficción”, casi periodística, tantas veces copiado (solo hay que pensar en “La canción del verdugo”, de Norman Mailer).

Capote se pone el mono de trabajo y viaja al lugar de los hechos, Holcomb, al oeste de Kansas, corazón de la “América profunda”, para entrevistarse con Dick y Perry, condenados a la horca por la muerte de los cuatro miembros de la familia Clutter . Le acompaña en esta aventura la genial Harper Lee, premio Pulitzer por la imperecedera “Matar a un ruiseñor” (título, cuya deliciosa adaptación cinematográfica ya hemos homenajeado convenientemente, aunque  también recomendamos encarecidamente la lectura del libro ) y amiga de la infancia de Capote.

En el camino, Capote mantiene una relación especial con Perry, personaje bastante poliédrico, lleno de complejos, de culpa, con inquietudes artísticas y una enorme sensibilidad, pero capaz de una violencia y una frialdad nacidas del resentimiento y el ánimo de venganza hacia la sociedad. Perry es un inadaptado por el que Capote desarrolla una clara empatía, quizás les unen una infancia terrible y su conciencia de seres marginados.

Truman Capote consigue un estilo seco, directo, sobrio y sin concesiones, alérgico a la emoción más o menos lacrimógena, que no juzga ni prejuzga, si no que describe. Pese a esa aparente frialdad, es capaz de escribir cosas como ésta, cuando habla del ambiente de la celda antes de una entrevista:

“ Y en el aire titubeaba un escalofrío.”

Si lo que buscan es un tratado sobre la bondad o maldad de la pena de muerte o algo parecido, aléjense de este libro lleno de dudas, sombras, grises, igual que el ser humano.

Para mi, esta historia fue un deslumbrante descubrimiento, por su forma de narrar, de describir, por su relato de América, y por lo que tiene de verdadero “ensayo sobre la culpabilidad”, que lo acercan al estilo del “Crimen y castigo” de Dostoievsky, otro de los referentes de la literatura universal. La idea de la culpabilidad, y como esa culpabilidad está sometida a matices sociológicos.

Como el lector comprenderá la historia no pasó desapercibida para el cine. Sin duda, la versión que con el mismo título dirigiera el gran Richard Broocks en 1967, es, sin lugar a dudas, la mejor. Magistral en el papel de Perry Robert Blacke, con esa cojera y su guitarra  al costado. Siempre recordaremos ese plano inicial en el que el siniestro personaje enciende una cerilla en un autobús. También recordaremos la música de Quincy Jones, la enorme fotografía de Conrad Hall y, sobre todo, ese montaje “ideológico”, en el que vemos esos dos mundos paralelos pero sin cortarse, la armoniosa vida de los Clutter en contraposición a las de Dick y Perry. Finalmente se juntan de modo trágico.

Más recientemente, en 2005, Philip Seymour Hoffman, conquistó un óscar por clavar literalmente el papel de Truman Capote. Un año más tarde, en 2006, el británico Toby Jones se salía interpretando al escritor, con un parecido endiablado con Capote, en el aspecto físico, en los mohines, en la forma de hablar, compruébenlo en la película. 

La primera de estas películas, “Truman capote” se centra más en la figura genial y egocéntrica del escritor. La segunda, “Historia de un crimen”, en cambio, sin dejar de lado la peculiaridad del personaje, se centra más en la peripecia del asesinato de los Clutter y en el “romance” Capote-Perry (este último magníficamente interpretado por Daniel Craig, el nuevo James Bond). En ambas, Catherine Keener y Sandra Bullock, respectivamente, componen un más que convincente papel de Harper Lee.

Nos despedimos con ese famoso texto de Truman Capote que nos habla de su carácter torturado, pero también del fervor por escribir, del lado autodestructivo, vampírico que conlleva, adaptándolo a la escritura, podríamos decir algo así como “esto es escribir, quien lo probó lo sabe”:

“Entonces, un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; Y el látigo es únicamente para autoflagelarse.”

“A SANGRE FRÍA” DE TRUMAN CAPOTE,

Edita: ANAGRAMA.  

Para más información: *http://thewaytoinnisfree.wordpress.com/2012/08/28/in-cold-blood-by-truman-capote/

Otros enlaces relacionados: *http://thewaytoinnisfree.wordpress.com/2012/04/22/la-espuma-de-los-suenos-2/