A mí me gusta mucho la estadística, siempre ando con ella en el bolsillo, bueno, realmente tengo tres o cuatro cartones para hacer estadísticas, y llevo cada uno de ellos en un bolsillo del pantalón, camisa, americana, o lo que vista. En los últimos tiempos me ha confeccionado un amigo informático un “excell” excelente con el que elaboro de cada estadística que quita el hipo. También me he bajado la última aplicación para la cosa que han sacado los androides y el penúltimo grito de los de la manzana.
El caso es que partiendo de la base de que la estadística es la sección de la matemática menos encomiable ya que sólo se basa en hechos acaecidos y tiene dudosa aplicación en hechos venideros, me enamoré de esta “ciencia” y ahora me paso el día “estadísticándolo” todo.
La otra tarde sin ir más lejos concluí un trabajo de campo consistente en determinar las veces que le caga una paloma a una persona calva vestida con pantalón vaquero y “niqui” de rayas en la plaza de “Las Terreras” entre las 12,30 y las 14,00 horas. Mi experimento concluyó que sólo a una persona en una semana, esa persona resulta que fui yo. Así que me quedó un trabajo de lo más profesional: de “X” personas que pasaron por la plaza, sólo “X-Y” vestían “niqui” de rayas y pantalón vaquero, tan sólo “X-Y-W” eran personas calvas. No conseguí determinar el número de palomas con ganas de cagar que sobrevolaron el espacio aéreo de “Las Terreras”, pero ello es irrelevante, la conclusión es que es muy difícil que a usted le cague una paloma vistiendo así o “asao”. Saqué la “moda”, “media” y la “mediana” y todo daba UNO.
Mis estudios, lo sé, no sirven para nada ni tienen trascendencia, más bien vienen a ser “gilipollescos” y yo los guardo en la más estricta intimidad, porque sé, desde hace mucho tiempo que la estadística no es una ciencia predictiva, y muy en contadas ocasiones alcanza la categoría de ciencia, y sólo es respetable si no es interpretable.
Cuando de un hecho cierto terminamos fijando el objetivo en la cosa estadística es que nos faltan bases para explicar el hecho, y eso es pernicioso.
En los últimos tiempos escucho a los antiguos analistas deportivos renegar de la estadística en aras de la explicación del acto, pero claman en el desierto. Un ejemplo: un equipo de fútbol toca y retiene la pelota pero no crea peligro, el rival coge el balón tres veces y marca tres “chicharros”, estadísticamente uno es dominador y el otro oportunista. ¡¡¡ Mentira clamorosa!!! Uno ha ganado y el otro ha perdido, expliquen los “porqués” y déjense de datos tan fríos como mentirosos.
Y no digamos nada cuando la estadística, la cifra resultado de un estudio, se pone en el cadalso de la interpretación política. Hace unos días se hacía pública la última Encuesta de Población Activa correspondiente al último trimestre que daba una cifra de parados superior a la que arrojaba el mismo estudio del trimestre anterior. Las interpretaciones de estos datos, fríos y matemáticos, terminan siendo tan ridículas como interesadas: Los miembros y del gobierno y los cuerpos que los acompañan pretenden hacernos ver que el hecho de que haya “más parados más” es positivo ya que hay “más parados más”, pero no son tantos como los “parados más” que hubo en el mismo periodo del año anterior, y, es más, dicen que es el periodo en que los “parados más”, son menos que en los últimos no sé cuántos años… ¡ tócate los cojones!!! (Si han entendido algo, yo tampoco).
Puesto este ejemplo, e intentando explicar la sonrisa ridícula del guiñol al que le entregaron la Cartera de Trabajo, propongo otro más ilustrativo: “A Juanito su padre le viene soltando diez pescozones cada día desde hace cuatro años. El primer año le daba unos trescientos al mes, luego la cifra fue subiendo hasta sacar una media el año pasado de trescientos ochenta y siete castañas mensuales. El último trimestre la media ha bajado a ciento setenta y cinco cada treinta días. Su padre presentó en rueda de prensa la evolución “positiva” del calentamiento filial.
Un analista cabal desmontó la tesis del agresor: “mire usted, ese golpe último que propinó al cogote de su hijo es el más doloroso, aunque fuera uno, se acumularía a los anteriores, y, salvo que deje de abofetearle y comience usted a hacerle carantoñas, la estadística de su acción siempre será negativa, y más negativa cuanto más tiempo dure ese calvario”.
Las cifras negativas que se acumulan , estadísticamente, nunca pueden dar un resultado positivo señora “bañezé que sale económico”**
Sigo con mis asuntos: a ver cuántas mierdas de perro no piso hoy.
** Parafrasendo al “Monaguillo”