viernes, 26 de abril

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Barricada Cultural

 

Música, maestro

por Fernando Aceytón Sorrentini

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El pasado lunes 20 de enero tenía una cita con la historia y con la memoria (sin juegos semánticos). La mía y la de tanta gente. Y la de la música popular española de los últimos 40 o 50 años. Acudimos a ver y oír a Joan Manuel Serrat y a Joaquín Sabina en el primer concierto de los dos programados para el mes de enero de su gira No hay dos sin tres. Otros dos días más hay previstos para el mes de febrero, con todas las localidades vendidas, lo que da una idea de su poder de convocatoria. Confieso mi temor a un gatillazo, dada la edad de los protagonistas y los antecedentes de episodios de miedo escénico padecidos por Sabina en alguna de las últimas actuaciones en Madrid. Y el comienzo no contribuyó precisamente a disipar las dudas. La grabación que ponía en marcha el espectáculo se repitió en dos ocasiones, el video que presentaba los cantantes se interrumpió de improviso y las luces se apagaron durante un rato angustioso. Cuando aparecieron nuestros amigos, Sabina se quejaba de forma estentórea de que no tenía retorno de audio. Como dejó dicho el de Úbeda: “estas cosas no deberían pasar nunca….. pero pasan”. Todo olvidado cuando sonaron los primeros acordes de Esta noche contigo, aunque como he leído por ahí “sonó oxidada”. A partir de ahí, el delirio. El concierto se planteó como una retrospectiva antológica de sus respectivas carreras con el hilo conductor de unos diálogos chispeantes, inteligentes, humorísticos y plagados de dardos envenenados del uno contra el otro. Alternaron las interpretaciones personales con los dúos a lo largo de 28 canciones que pusieron a prueba las capacidades vocales de los dos tótems, que ya no son las de antaño. Ello no obstante, al que suscribe le pareció en algunos momentos que estos tipos tenían dos décadas menos. Como dijeron en una de las coñas que trufaron el concierto, les vale con trabajar la mitad para cobrar el doble. Sonaron todas las canciones esperadas, con un Serrat algo más intimista (Fue sin querer, Una canción para la Magdalena…) y un Sabina más rockero, crecido en canciones como Princesa, 19 días y 500 noches o La del pirata cojo. Maravillosa Lucía y desarmante interpretación de Paraules d’amor, que Sabina cantó en su catalán castizo. Magnífica interpretación de Señora a dúo y enternecedora A la sombra de un león, popularizada por Ana Belén. Sólo faltó Penélope. Tres horas de concierto con varios bises, que desmiente lo de trabajar poco. Como ha escrito Ulises Fuente: “La juventud no tiene edad. Ni la inmortalidad tampoco”.

El viernes anterior a este concierto, concretamente el día 17 de enero, acudí al que ofrecía en idéntica ubicación, el Wizink Center, Melendi. Llevo tres seguidos acompañando a mi hija y aunque no soy seguidor de este trovador urbano siempre le saco algo bueno. Gente de todas las edades, pero de perfil distinto a los seguidores de Sabina/Serrat. El personal de este concierto era, digamos, más militante. Dispuesto desde el minuto uno a vivir a tope la música de su ídolo, cantando y bailando (de pie), pasando por encima con su buen rollito de los derechos de los que hemos pagado una entrada de asiento (esto es, para estar sentados). Al parecer, esto es lo normal y lo que buscan los que van a ver al asturiano (según me explicó el jeta que tenía delante de mí y que, puesto de pie junto a sus acompañantes, se aseguró sin embargo de no tener a nadie en la fila delantera, porque estaba en la primera). Buen concierto de un tipo que ha sabido evolucionar desde sus

comienzos ciertamente gamberros y fumetas hasta una evidente solvencia en la composición de las canciones que le ha llevado hasta los primeros lugares de la escena musical de nuestro país. Canciones pegadizas, piezas bien armadas, cantadas con el acompañamiento de los asistentes y con la seguridad de contar con una muy buena banda. Espectáculo, sólido, solvente y profesional, algo frío quizás. Y con lo justo y necesario, sin bises. Dos horas y a correr. Posiblemente por el cansancio del fin de gira.

Ayer, en el duermevela de la siesta sabatina, volví a ver en La Primera la magnífica El discurso del rey. Colin Firth y el gran Geoffrey Rush. La historia de un tipo que hubo de sobreponerse a sus limitaciones para liderar un país en unas circunstancias dramáticas. Igualito que los peleles que copan hoy la escena política.

Lo que no vi, mire Usted, fue la gala de los premios Goya. Tengo entendido que no me perdí nada. Gente ridículamente ataviada soltando paridas por esa boca durante horas y horas. Y con el pescado vendido de antemano. Echo de menos al magnífico Ricky Gervais y su consejo/orden a los premiados en los últimos Globos de Oro: Agradezcan el premio a su agente, a su Dios y váyanse a la mierda. No hay más.

El vino recomendado esta semana es un ejemplar de La Rioja más vanguardista, concretamente de la bodega Exopto, del tonelero francés Tom Puyabert. A través de sus vinos trata de poner en el mapa vinícola las zonas menos conocidas de la D.O., como sucede en este caso con el Monte Yerga, situado al sur y donde se encuentran algunas garnachas formidables. El blanco Horizonte de Exopto 2017 contiene un 85% de Viura, un 10% de Garnacha blanca y un 5% de Malvasía, Torrontés, Moscatel y Jaén. Fresco en boca, largo y envolvente, con un toque final mineral. Un gran vino a un gran precio.

Sigan con salud.

 

Foto: wakeandlisten.com