Se acerca la Nochebuena. Cada año las Navidades empiezan antes, sobre todo si hablamos en términos comerciales, pero la cuenta atrás de verdad comienza con el sorteo de la Lotería de Navidad, también conocido como el Día de la Salud por todos aquellos que no resultan agraciados por la fortuna, que somos la mayoría. He leído hace poco en un muy bello artículo que a partir de cierta edad la Navidad es la celebración de las ausencias. Siendo esto por desgracia rigurosamente cierto, no me resisto a conservar siquiera sea un ápice de la desvaída ilusión por acercarnos a la posibilidad de que todo tenga un sentido que se nos escapa indefectiblemente. Sólo el Amor nos redime, y el recuerdo de los seres amados que ya marcharon los encarna en nuestras vidas vigentes. Ese es el mensaje y ese es el sentido de estas fechas. La felicidad de compartir con los que somos y homenajear a los que fueron.
Y se nos acaba de ir. Tan de repente. De forma tan cruel y absurda. Para muchos me imagino que se fue hace tiempo, cuando decidió dejar la fama y el oropel y se refugió en su vida discreta junto a su mujer. Patxi Andión acaba de fallecer en un accidente de tráfico acaecido en la provincia de Soria, concretamente en un tramo de la A 15, autovía que une desde hace unos años Soria y Medinaceli. Yo, que he sido un adolescente de la Transición, amén de un mitómano empedernido, siempre le tuve en mis oraciones. Conocía su vida de pe a pa por mor de mis impenitentes repasos a lo más granado de la prensa rosa nacional que compraba mi tía. Recuerdo la envidia que nos producía los chavales su ennoviamiento y boda con Amparo Muñoz, una de las mujeres más bellas de las que tenemos noticia. Luego acabó con Gloria Monís, una discreta belleza de la alta sociedad emparentada con los Fierro y desapareció del primer plano. Su muerte me resulta extrañamente cercana. Le vi el pasado 20 de noviembre en el excelente programa diario del Canal 24 Horas de Televisión Española, La hora cultural, conducido por Antonio Gárate Oronoz, presentando su último trabajo discográfico, La hora lobicán, y desgranando nuevos proyectos. El accidente ha acontecido en un lugar por el que paso (y deprisa) varias veces al año. Nada ha podido ser. La puta parca. Descanse en paz.
Con la Nochebuena, llega la gran cena del año, junto a la de Nochevieja. Bullen los mercados y las cocinas. Salen a la palestra los manjares típicos de estas fechas: cordero, cabrito, pulardas, pintadas, capones, besugos, bacalao, mariscos varios……. ¿Quién se resiste a un buen besugo al horno? Pero ¿tomaría Ud. como entrante unos deliciosos ojos de pez, unas escamas caramelizadas, un finísimo paté de hígado de bacalao, unas médulas de atún asadas o unas vejigas natatorias? A mucha gente, entre la que no me encuentro, le entusiasman los ojos del besugo y los del cordero, pero lo de la casquería heavy del pescado a mí se me antoja excesivo. Sin embargo, ésa es la propuesta del nuevo enfant terrible de la gastronomía mundial, Josh Niland, un joven australiano que añeja ojos, cabezas, espinas, colas, huevas y otros órganos vitales piscícolas. La criatura oficia en su restaurante Saint Peter y en su tienda charcutería-carnicería del pescado Fishbutchery, ambos en Sidney (de seguir los incendios la única forma de comer el pescado va ser a la brasa). Su trasgresor ideario se recopila en un libro llamado The Whole Fish Cookbook: New Ways to Cook, Eat and Think (El libro de cocina del pescado entero. Nuevas formas de cocinar, comer y pensar. Editorial Hardie Grant. 35 euros). Para muchos críticos gourmand (es decir, cocinillas) es el libro del año. Yo, desde luego, me lo voy a agenciar. Otra cosa es que siga sus enseñanzas al pie de la letra. Del 13 al 15 de enero se celebra en Ifema Madrid Fusión; allí estará nuestro amigo como uno de los ponentes estrella, codo con codo con nuestro Dani García. Lo que sí les puedo asegurar es que los pescados de mi cena de Nochebuena son un pargo de Wollongongong, una bacaladilla rey Jorge y un barramundi de Queensland. ¡Y que sea lo que el Niño Dios quiera!
El vino recomendado esta semana es, como no puede ser de otra manera, un Champagne. Ya saben la famosa frase que, como casi todas las famosas frases, se atribuye a Sir Winston Churchill, aunque en este caso parece que existe consenso para hallar a su autor, que no es otro que Napoleón Bonaparte: “En la victoria lo merezco; en la derrota lo necesito.” El elegido es un Delamotte Blanc de Blancs. El más tradicional de la casa. 100% Chardonnay. Aromas frutales y cítricos, muy equilibrado y con una gran frescura. Si a Uds. le gustan las ostras (a algunos les parecen una verdadera porquería) éste es su compañero ideal.
Les deseo una muy Feliz Navidad.
Foto: bodegasgallegas.com