martes, 30 de abril

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Barricada Cultural

 

Con la muerte en los balcones

por Fernando Aceytón Sorrentini

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North by Northwest, su título original. ¿Quién no ha visto alguna vez Con la muerte en los talones? La celebérrima y magnífica película del maestro Hitchcock protagonizada por Cary Grant, Eva Marie Saint, James Mason y Martin Landau. Obra maestra del cine, también lo es de la arquitectura. ¿Recuerdan la casa del jefe de los malos, Phillip Vandamm, James Mason? La gran mansión situada en lo alto del Monte Rushmore, dominando el acantilado, con esa maravillosa terraza colgada hacia el vacío y sustentada sobre dos vigas voladas. Esa casa elegante, minimalista y decididamente moderna. Esa casa, una de las imágenes icónicas de un film icónico, no existe en realidad. Representa el triunfo absoluto de la puesta en escena en una de las películas con más brillante puesta en escena de la historia del cine. Vandamm house dio a conocer al gran público la arquitectura moderna de principios del siglo XX. Y sin embargo nunca existió. Ese maravilloso juego de terrazas y cubiertas adaptadas perfectamente al entorno natural; las fachadas acristaladas y la piedra y, sobre todo, como ya apunté antes, el vuelo que generan esas plataformas que se proyectan horizontalmente sobre el acantilado, generadas a través de equilibrio de esfuerzos cortantes, dando lugar a esa sensación de levedad y de vértigo. Todo ello solo puede apuntar a otro genio: el gran maestro Frank Lloyd Wright. Gran admirador del arquitecto, Hitchcock pretendió hacerse con sus servicios, pero al parecer los honorarios de Lloyd Wright eran desorbitados hasta para un estudio como la Metro Goldwyn Mayer. En todo caso, los principios rectores de la arquitectura del maestro fueron respetados: la integración en el paisaje, los espacios diáfanos, los juegos de volúmenes y materiales fueron recreado de forma magistral por Robert F. Boyle, el delineante de cabecera de MGM. El voladizo sobre la montaña contiene el salón. El mobiliario es de estilo escandinavo, las alfombras son griegas y el arte chino y precolombino ocupan un importante lugar en la acción de la película. Y como siempre sucede con Hitchcock, coló. Engañó a todo el mundo y logró crear una obra de Wright sin Wright. El maestro del suspense, el rey del McGuffin, nos deleitó con un trampantojo genial. Como el propio cineasta dejó dicho: “estilo es plagiarse a uno mismo.”

Metidos ya en harina cinematográfica, les recomiendo la lectura de la entrevista realizada al gran José Luis Garci en el número de noviembre de Esquire. Ese chaval enamorado del cine de John Ford y de la escritura que trabajaba en el Banco Ibérico, propiedad de los Fierro, y que les pidió que le llevaran a trabajar a la editorial Taurus, también en manos de la familia, porque lo que le gustaba era escribir. El crío que iba con su padre al fútbol a ver a Di Stéfano y luego charlaba de Vermeer y su pintura. El joven escritor de guiones, como el de la celebérrima La cabina y Tocata y fuga de Lolita. El cineasta que ganó el Oscar con su quinta película. El que ahora regresa, a los 75 años, con el Crack cero. Una película, como él mismo dice, analógica. No se lo pierdan.

No se pierdan tampoco El irlandés. La última del maestro Scorsese. Obra maestra absoluta. Tres horas y media de cine con mayúsculas (fuera chorradas Marvel). Robert De Niro, Joe Pesci y Al Pacino en estado de gracia. Estoy ansioso por leer la crítica del gran José Luis Vázquez, que es el que sabe de esto.

El vino recomendado esta semana es el Finca Terrerazo 2017, un vino con denominación de origen propia. Se trata de un vino de pago, en este caso la D.O. es El Terrerazo de la Bodega Mustiguillo. Toni Sarrión y sus vinos mediterráneos con bobal y meseguera. Un vinazo desde su primera cosecha. Yo lo conocí hace mucho tiempo a través del sumiller de Lavinia, la gran tienda de vinos de Madrid. Envolvente, sedoso, equilibrado y de final persistente

Sigan con salud.

 

Foto: blog.wanken.com