lunes, 7 de julio

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Barricada Cultural

 

Memento

por Ignacio Gracia

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Hoy os quiero contar un par de enseñanzas que me legó mi padre, para compartirlas con vosotros si es que las queréis valorar. Son sutiles, como a mí me gustan. La ocasión de los cuatro años de su fallecimiento es una excusa tonta, pero ocasión al fin y al cabo para emplear la palabra memento en su acepción de conmemoración de los vivos, para aprovechar todo lo aprendido en una vida en cuatro consejos. A vosotros os corresponde opinar si son tonterías, refranes trasnochados o auténticos mapas para movernos en el extraño paraje de la vida que, desgraciadamente, no siempre es amigable aunque lo parezca.

El primer consejo es que cuando busques espárragos lo hagas mirando las matas con la cabeza inclinada, y a media altura. De esta forma eres capaz de ver los espárragos grandes, los que crecen dentro de las matas y a veces sobresalen. Si miras hacia la base de la esparraguera quizás harás una tortilla, pero para un moje fijo que no te dará. La razón de lo de inclinar la cabeza es que aumentas la percepción tridimensional al no tener los ojos a la misma altura. Ni idea, preguntad a un físico, pero la cosa es que funciona. Como seguro vais sospechando la cosa va de campo y de buscarse la vida por su cuenta para sobrevivir. A los jóvenes y a los ninis maduros les dará risa esto. Seguid riendo, seguid. Que vienen curvas.

El segundo es un refrán añejo: “Cosa vieja, vino, jamón y teja (…)”. Solamente. El resto de cosas viejas (incluidas las personas) a ser reemplazadas cuanto antes mejor. Que a los ríos, incluido el de la vida, hay que dejarlos fluir, mirad lo que pasa si les ponemos urbanizaciones en los cauces. Imaginad si el dicho se aplicase en la política, o a los jefes apoltronados en los puestos directivos contando batallitas de la juventud, reproduciendo comportamientos de cuando Franco era cabo furriel. El problema es que no los despegas de los sillones ni con agua caliente…Parece un poco simple el refrán, pero sacadle punta a la luz de mi reflexión. Es sutil.

La otra frase es: “Dar pan a perro ajeno, predicar en el desierto y machacar el hierro frío, trabajo perdío (…)” Pese a lo obvio si se reflexiona un poco se cae en la cuenta de que es sabio reconocer que habrá cosas que nunca se podrán conseguir, y que aprender a discernir en qué usar los esfuerzos, los dineros, y lo más valioso que tenemos, el tiempo, es un arte. Y que a pesar de todo tendremos que aceptar que muchas veces predicamos en el desierto o que machacamos el hierro frio. Y esa aceptación de injusticias, de asimetrías en el reparto de recursos o incluso de la climatología no me diréis que no es un carácter genuinamente manchego. Tenemos la piel gruesa, curtida por miles de heladas y miles de soles abrasadores. Por eso dicen que somos los vascos del sur. O simplemente manchegos.

Poco más. Os dejo una foto para que le pongáis cara los que no lo conocierais. En la foto da muestras de su talento violinista pero al estilo manchego, no nos vamos a poner puristas con el solfeo a estas alturas. Parte de ese arte implicaba comprar los jamones más baratos del centro comercial, casi a precio de carne solo porque estaban poco curados. Si los dejas curar en las galerías de casa y tienes siempre tres curando, cuando te comes el tercero ya tiene la curación que debe. Vamos, que compras uno crudo, lo cuelgas el primero y coges el tercero ya curado. Pagas uno crudo y comes uno curado. Ese proceso en ingeniería química se llama proceso semicontínuo. Me descubro.

Espero que os aprovechen los consejos. Es curioso lo que uno va descubriendo con la edad. No sé si serán los genes, la rueda de la vida o el karma. Uno literalmente acaba convirtiéndose en sus padres. Reproduces sus gestos, sus errores y sus aciertos. Mantienes sus prejuicios y sus virtudes. Y no es que vivan en tus actos, es que literalmente te vas transformando en ellos. Que no tienes que esforzarte en pensar en ellos. Simplemente tienes que mirar cada día la persona que te contempla desde el espejo.