jueves, 31 de octubre

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Barricada Cultural

 

Cosas de género

por Ignacio Gracia

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Esto sí que es una guerra perdida. En todos los sentidos, como por desgracia veréis. Pero decía James Stewart en Caballero sin espada que las únicas causas por las que merece la pena luchar son las perdidas, porque sabiendo que no vas a ganar continúas luchando. Pues soy terco, porque esto va sobre la expresión “violencia de género”.

Conste que soy partidario de la evolución libre del lenguaje, y de que las academias deben registrar hechos consumados; pero también indicar malos usos y dar pautas para que ese devenir natural del rio de las palabras en el que nos bañamos no se despeñe a veces, o aparezcan remolinos peligrosos en su cauce.

Sobre la expresión maldita se encargó un informe en 2007 a la RAE sobre lo correcto o no de su uso. El informe es contundente, aquí lo tenéis, aunque por desgracia los mismos que lo pagaron se lo pasaron por el arco del triunfo a la hora de legislar con la acepción desaconsejada y además, con mala leche como veréis: http://www.uv.es/~ivorra/documentos/Genero.htm

Básicamente, preguntad a los viejos, la solución es tan sencilla como que las cosas tienen género y las personas tenemos sexo. Esto es lo que resume el informe, aparte de que en la traducción literal del inglés (gender-based violence) se hace referencia a violencia por sexo, pero bueno. Hasta por ahí paso y todo.

Por lo que no paso es por la mala leche. Habitualmente, cuando queremos ser los más modernos la cagamos, y cambiamos una cosa que estaba bien por algo que genera un problema. Es lo que tiene cambiarlo todo constantemente para parecer que hacemos algo. Lo suelen valorar mucho las personas que no realizan esos cambios (se lo suelen hacen otros) y los que no tiene ni idea de cómo están las cosas antes de cambiarlas, que suele ser muy habitual.

Pues explico lo de la mala leche que es por lo que no paso. ¿Os imagináis que un premio que se diera en la fiesta del orgullo gay se llamara “Adolf Hitler”? Parece que no pega. Pues lo mismo pasa con este término. La definición “violencia de género” significa, literalmente, VIOLENCIA APLICADA A UNA COSA; puesto que las cosas tienen género y las personas sexo. Catalogar la violencia machista (o doméstica) como violencia aplicada a una cosa (a una mujer) es mala leche y dar la razón a los maltratadores. Empezar concediéndoles ventaja por la jodida ironía en la propia definición ofensiva. Y me niego. Por eso creo que debemos hacer el esfuerzo de llamar a las cosas por su nombre. Yo como docente y los periodistas (los periodistas, no esas cosas que llenan los platós), tenemos más que una responsabilidad. Debemos ser un ejemplo para la sociedad.

La formación que hemos recibido debemos aplicarla en cosas concretas, que valgan para algo a quienes la pagaron. Yo debo quejarme aquí. Los periodistas no deben dar voz a todos los que quieren opinar sobre algo; deben comprobar las fuentes y dar posibilidad de expresarse a aquellas que sean veraces y no engañar. El ejemplo de los terraplanistas a los que se les dio el mismo trato en un programa hace poco que a un físico es un ejemplo lamentable. A veces la formación, la verdad -en una palabra- nos tiene que hacer tomar partido. Que hay cosas que son mentira, o incorrectas, así de simple.

 

Foto: b.com