viernes, 26 de abril

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Barricada Cultural

 

La política es cosa complicada

por Mercedes de Miguel González

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Desde que los pueblos se asentaron originariamente para constituir comunidades más o menos organizadas, buscaron también la manera de entenderse y llegar a acuerdos. Al principio regía la Ley del Más Fuerte, y los que no lo eran no tenían otro remedio que someterse.

Con la evolución, los métodos han ido cobrando más sofisticación, vueltas de tuerca y maneras de enredar la madeja que, a los ciudadanos, les resultan cada vez más complicadas de entender.

Con estas líneas no pretendo ponerme a un lado o al otro, solo analizar desde mi humilde prisma lo que creo que está pasando. Por eso mismo, aclaro que mi intención no es nombrar a nadie (sea persona, animal o militar, como decía el inolvidable Pepe Isbert en aquella entrañable película, o, en mi versión apócrifa, partido alguno).

Pongamos por caso que en un país cualquiera de la Comunidad Europea de nuestra Era, el jefe de la oposición decide qua ya está harto de la corrupción del partido gobernante y, liándose la manta a la cabeza, le lanza una moción de censura para derrocarlo. Lo consigue. Perfecto. Gobierno en funciones hasta que finaliza la Legislatura. Se abren elecciones. El de la moción de censura las gana por una mayoría simple que no le permite gobernar. Las reuniones con los otros líderes no surten efecto. Nadie va a apoyarle a priori. Hace guiños a grupos pocos recomendables, buscando desesperadamente esos votos que le faltan, pero estos también tienen sus exigencias y no van a dárselos sin recibir nada a cambio. Los, digamos, arrancados de la poltrona de malos modos, se ponen de morros y le niegan el pan y la sal. Los que podrían apoyarle porque les da igual hacer de bisagra con uno o con otro, tampoco se deciden. Y los que se ofrecen, no son del agrado del que tiene que formar gobierno porque sabe que eso le pasará factura de alguna manera.

El momento de dar un paso adelante se acerca, pero la situación sigue igual. Cada cual tiene sus motivos para negarse a desbloquearla, todos ellos legítimos desde el punto de vista legal, no así visto desde una perspectiva ética.

Se fijará una fecha para la investidura a sabiendas de que en un primer intento arrojará un resultado negativo porque la mayoría absoluta necesaria no se logrará. Y en un segundo, saldrá investido sin los necesarios acuerdos, lo que lo abocará a gobernar en minoría, haciendo uso de acuerdos puntuales o recurriendo al abuso de los decretos-ley, o bien a convocar nuevas elecciones, lo que incrementará enormemente los gastos que, a la postre, hemos de padecer de una forma o de otra los ciudadanos. Es curioso que aquellos que avisan de que no votarán a favor, ni tampoco se abstendrán, hagan la advertencia de que convocar nuevas elecciones representaría una irresponsabilidad. Yo les preguntaría a sus señorías cual sería entonces la solución, porque si no es esto ni lo otro, alguna tendrá que haber.

Pero como no se pronuncian al respecto, lo haré yo: cuando se rechaza una opción, siempre hay que ofrecer una alternativa. Y si no se tiene, lo mejor es callarse.

Señores políticos, ustedes no están ahí por intercesión divina sino porque nosotros los hemos elegido, así que hagan el favor de estar a la altura y dejar de mirarse el ombligo. Su trabajo consiste en gestionar los intereses de todos, y no los suyos particulares.

 

Foto: muyinteresante.es