Magnífico día el de ayer en la Feria del Libro de Madrid. Tarde espectacular, temperatura ideal para el paseo y el solaz y multitud de gente entregada a la pasión lectora. No se puede pedir más. El marco resulta incomparable y la organización ejemplar. Ha existido determinada polémica acerca de la disminución de casetas por el empeño (más político que otra cosa) del Ayuntamiento saliente por preservar el Retiro, hasta el punto de hablarse de un cambio de ubicación, pero no creo que tal cosa suceda. El consistorio ha cambiado de manos y el cambio de lugar sería la muerte de tan magno acontecimiento.

Resulta una gozada deambular por el paseo de coches del Retiro, cerca de la antigua Casa de Fieras, visitando las más de trescientas casetas con material de todas las clases, categorías y géneros literarios. Familias enteras entregadas al sano vicio de la compra de libros y mucha gente haciendo cola para conseguir la firma de su autor favorito, aunque en este caso se mezclan lo puramente literario con el personajeo de moda; todo sea por el acercamiento al placer de la lectura. Medio millón de ejemplares vendidos, diez millones de euros en ventas y más de dos millones de visitantes. Todo un éxito.

Destaco el catálogo de la editorial Acantilado, con joyas como las Memorias de ultratumba de Chateaubriand, la obra de Stefan Zweig o los Ensayos de Michel de Montaigne, de los que Félix de Azúa ha escrito: “Sus ensayos son, hoy más que nunca, una isla de sensatez a la que acudir cuando el crimen, la imbecilidad y el cinismo se nos hacen insoportables.” Asimismo, dediqué un buen rato a trastear entre los ejemplares que ofrecía Atalanta en su caseta. Maravillosas antologías de terror o literatura fantástica, y obras de Thomas de Quincey o Joseph Campbell, entre otras delicias.

Me hice con algunas cosas interesantes: un clásico delicioso de G.K. Chesterton, El hombre que fue jueves, anotado por el gran matemático americano Martin Gardner; El diablo, del Padre Amorth, una interesantísima investigación contemporánea acerca del demonio, que sí, existe; y una novela de un tipo que no sólo escribe bien, sino que es afable, cercano y provisto de un fino y elegante cinismo galaico: Francisco Narla. La novela, primer premio de Narrativas históricas de Edhasa, se titula Laín el bastardo.

Otro trabajito más de la Parca. Menudo año. Ha muerto Franco Zeffirelli. Ha fallecido mayor, con 96 años. Hombre de múltiples talentos, que lo fue todo en el mundo del arte: actor, director de cine, de teatro, regista o productor. Aprendió bajo la égida del triunvirato formado por De Sica, Visconti y Rossellini. Entre sus logros, que Mel Gibson recitara a Hamlet sin parecer un guerrero de la carretera. Y descubrir a Olivia Hussey, esa muchacha que parecía un busto renacentista. Como escribe Lluís Fernández: “Los italianos siempre tuvieron un cierto pudor por sus artistas cuando eran gays. Lo mantuvo medio a escondidas pese a ser el amante de Visconti, que lo introdujo en el mundo del cine. Zeffirelli estuvo enamorado de María Callas y mantuvo una estrecha relación con Anna Magnani, que le avisó de lo víbora que era su amante Visconti”. Quizás por ello se quejaba en una de sus últimas entrevistas de que “Italia le había dado la espalda, como si nunca hubiera existido.”

El vino de la semana es un esfuerzo de las centenarias Bodegas Franco-Españolas para mostrar alguno de sus tesoros. Y lo hace recuperando el viejo estilo riojano de elaborar blancos. Con 18 meses en barrica bordelesa, pero un menor impacto de la madera. El Bordón Viña Sole Selección Tête de Cuvèe 2010: cremosa persistencia. La vibrante y gozosa resurrección del clasicismo. Un vinazo por 17 euros.

Sigan con salud.

Foto: orbismediavalis.com