La sensatez, a veces mata la alegría, arranca de cuajo la ilusión e impide vivir una parte significativa de la libertad que tanta cuesta conquistar. Tal vez con menos sensatez, también nos podríamos apañar. Solo tal vez. ¡Besos!
SENSATEZ
Atalaya maldita desde donde me miras,
pero no hablas, no dices nada.
Rasgas mi alma con tu silencio
y preparas un ramo de rosas
para llevarme a la tumba que abres,
cada día que me ignoras.
Ahora sufro y te alegras tú
porque me falta tu piel,
que tanto me ofreciste
y yo siempre rechazaba.
No quisiste el calor
de una hoguera pequeña y perdurable.
Tenía que ser un incendio, o nada.
Ni quisiste entender
que no se puede dejar un mundo atrás
y seguir a ciegas entre bruma azul.
No se ve el precipicio, pero está.
Hay alguien que se llama sensatez,
ya sé que es una asesina. Y sin embargo
vive en mi casa, porque yo la invité.
Foto: Teresa Pacheco Iniesta