El título original de esta película, “The Searchers” (Los Buscadores) propone más que su adaptación en castellano, el planteamiento argumental de la búsqueda, y así es. Tras haber sido asesinada por comanches la familia de Ethan, un imprescindible John Wayne de las producciones fordianas, éste se dirige junto con la ayuda del joven medio mestizo Martin, en busca de la última superviviente, la cautiva niña Debbie, interpretada por una emergente Natalie Wood.
John Ford emplaza en Texas y tras la guerra de Secesión una historia de odio y desprecio entre texanos y tribus, con una moderna narración y alguna desternillante escena a cargo de una esposa postiza. La búsqueda, dilatada en el tiempo, se desarrolla maravillosamente mediante la voz narradora de Martin. La dirección clásica de Ford sienta los precedentes de una vigente forma de relatar, mediante planos que son puro lenguaje.
Vera Miles interpreta el papel secundario de Laurie, uno de los más interesantes y divertidos del film. La protagonista de ‘Psicosis’ (1960), al menos durante mitad del metraje, o ‘El hombre que mató a Liberty Valance’ (1962), encarna a la temperamental enamorada del joven de ascendencia comanche, Martin, así como su desesperanza en su eterna espera por él. Nada como observarla arrojar al joven un cubo de agua por la cabeza para asegurar que su personaje merece la pena.
Ward Bond hacía piña de nuevo con Wayne y Ford tras interpretar también a un reverendo en ‘El hombre tranquilo’ (1952), concretamente al padre Peter Lonergan, aquel que tan animosamente presenciaba la pelea final.
Ford continúa cuatro años más tarde con la senda de sus tradicionales peleas, cómicas, e incluso a veces acompañadas de una festiva música de fondo. Poco menos que un espectáculo del que todos disfrutan, y fácilmente demostrable al vislumbrar la sonrisa que involuntariamente aparece en el rostro de Vera Miles al descubrir que pelean por ella.
‘Centauros del desierto’, mediante heridas abiertas, plantea la búsqueda de un personaje mediante otro que vive a la deriva, y del cual tememos, ante la duda de si el odio nublará su juicio. Todo esto conducido mediante un mítico director en este género, que no sólo aporta una extensísima e increíble experiencia, sino en cuyo trabajo reconocemos un lenguaje universal y actual, uno que conocemos todos: el del cine.