Cuando el destino se empeña, se empeña a fondo. El destino (también llamado determinismo, hado o sino) es el poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser humano une a dos personas incondicionalmente. No está confirmado. Pero ¿qué sabe nadie? ¡Besos!
VEINTE DÍAS Y TANTAS HORAS
III
He mirado tu bolso, por si tenías alguna llamada de alguien preocupado.. Y has visto mis carnés. No, no los he visto, pero he leído tu diario y esos dos relatos escritos a mano. Mil perdones. Entenderé que me odies. Hazlo poco, el diario solo lleva veinte días empezado, así que no sé nada de todo lo demás. Los relatos son tuyos, es fácil deducirlo, la letra es igual a la del diario. Me han gustado mucho, haces que se puedan ver los sentimientos como si tuvieran cuerpo y se pasearan desnudos por la calle.
¡Que entendido!, pensé. Y acto seguido me maree. Otra vez me desperté rodeada de gente con batas blancas y pijamas verdes, y de él. ¡Madre mía que día más bueno llevo! Me han puesto suero y una mascarilla de oxígeno. Igual me estoy muriendo. Está bien, que sea en brazos de este hombre desaliñado con olor a especias y maderas nobles. Su perfume debía de ser caro, imaginé sin mucho discernimiento.
Le sonreí solo a él e hice un gesto pretendidamente seductor con los ojos. Solo estaba un poco cabreada, por lo del diario. Sabes mucho de mí, comenté cuando se hubieron marchado los sanitarios. Bueno, sé que tienes mucha imaginación, por tus relatos digo. No te haces idea, pensé. ¿Qué hora es? Tu mujer debe de estar de los nervios, dije mirando y señalando con un gesto su anillo. ¡Ah, esto! No, no, era de mi madre, que murió en septiembre del año pasado. Cruzó su cara un leve rastro de tristeza. Lo siento, sé muy bien cuál es la intensidad de ese dolor. ¿Puedo beber agua? De momento no. Va a bajar un médico más experto a valorar tu situación. Los que te han visto hasta ahora son todos residentes. Por si acaso he avisado en el trabajo de que mañana no voy. ¿Pero qué dices hombre? Me vas a hacer creer que de esta no salgo. Y me dijo con su tono de convencer: déjame disfrutar de esta situación tan inusual y de una persona como tú, tan inusual también. Perdona, no quise decir disfrutar, no es eso lo que estoy haciendo, he querido más bien decir compartir. Curioso, habíamos pensado lo mismo los dos. ¿Inusual yo? Pues sí, veinte días de un diario pueden hacer un buen boceto de una persona. Reposé los ojos cerrándolos unos minutos, ahora me sentía cansada y aproveché para preparar una pregunta que lo abarcara todo: cuéntame de ti, al menos veinte días. Me los debes, por curioso. Escucho aunque tenga los ojos cerrados. ¿Puedes cogerme la mano? Sufro breves pero frecuentes accesos de tristeza. Con el contacto de otra piel se me pasan más rápido. Al menos eso me ocurría cuando tenía contacto.
Foto: Hospital La Paz.