viernes, 6 de junio

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Barricada Cultural

 

Suplantando al homérico

por Ignacio Gracia

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Con el permiso del homérico Jose Luis Vázquez, parte de esto es una crítica de cine. Y que conste que al principio no había leído la que él publicó en su diario de un cinéfilo, ni era conocedor del consejo que en ella se hace de ver la película: WIND RIVER. Todo proviene de un contacto de Twitter que recomienda apasionado el filme. Lo vi hace dos días, y no me lo quito de la cabeza… Es una peli moderna, que sufrió la misma suerte que los personajes que describe. El olvido. No os la destripo, ni os voy a decir siquiera el nombre de los protagonistas, sobre eso va sobrado Josiño. Yo sólo hablaré de emociones y de reflexiones.

Es una película tranquila sobre un cazador que se ve involucrado en la investigación del asesinato de una joven en una reserva india ubicada en las montañas nevadas de Utah. Los paisajes son increíbles y eso es lo que te engancha al principio. Unos personajes atormentados con una vida simple en un entorno duro y frío. Aparentemente nada apoteósico, pero las miradas y los gestos sutiles de los personajes te van descubriendo los abismos que encierran y la crueldad de esa tierra. Y solo al final te das cuenta que has visto un western extraordinario que se desarrolla en la nieve. Hay indios, hay motos de nieve montadas a veces con singular maestría que hacen las veces de los caballos. El cazador lleva un Winchester. Hay una escena de tiroteo como la de duelo en el OK corral. Y reflexiones en voz baja que te resuenan en la cabeza.

Pensamientos sobre el orgullo. Un padre enseña a su hijo a montar a un caballo difícil y cuando el chico le dice feliz que se ha convertido en un auténtico vaquero éste le responde: “no hijo, eres un auténtico Cheyenne”.

Reflexiones sobre el dolor y la aceptación de una situación terrible, de la forma que solo lo hacen los moradores de una tierra tan dura: “Nunca volverás a ser la misma persona, pero si aguantas el dolor podrás volver a recordarla en cada una de sus acciones”.

Palabras sobre las injusticias infinitas: “¿Detestas esta nieve helada y este silencio? Es lo único que no nos habéis robado”.

Aceptación de las normas de la vida, en una de sus fronteras: “No hay que odiar a los lobos. Ellos sólo matan a las ovejas más débiles, a las enfermas”. Solo hay que preocuparse de ser fuerte en la vida. Recupérate y sigue siendo fuerte (…)”

Te das cuenta que el callado protagonista sería un extraordinario compañero para cruzar el infierno, con la ventaja de que te va a molestar poco con charla intrascendente. Y lo que más me fascina es que este cazador y esos paisajes tan lejanos son extrañamente familiares. Sobre todo para los que vivimos en La Mancha y tuvimos abuelos que construyeron nuestro mundo a partir de los escombros de la posguerra. En una tierra dura, alternando miles de heladas y miles de soles abrasadores. Aguantando injusticias, callando verdades que como decía Lorca, si saliesen a la calle y gritaran llenarían el mundo. Sin quejarse al cielo, simplemente calándose más fuerte la gorra frente a la ventisca o escupiéndose los callos de las manos para agarrar el azadón con rabia contenida. Simplemente procurando ser fuertes.

Lo trágico de esta cinta, basada en hechos reales, es que en España no dio el salto a la gran pantalla, porque uno de sus productores resultó ser uno de los malditos acosadores por los que empezó el movimiento metoo. Por castigarlo, por ser políticamente correctos, se obvió una cinta que precisamente planteaba el olvido de casos de asesinato y maltrato de muchas de las mujeres mestizas o indias, de las que no se sacan estadísticas. Por suerte está la televisión, twitter o los voceros de esta barricada. Para pediros que no olvidéis. Las historias, las personas, las circunstancias de WIND RIVER son demasiado familiares. Sed fuertes.

 

Foto: Elizabeth Olsen y Jeremy Renner en Wind river/Wind river.