Semana de Estrellitas Michelín. La anual histeria de un sector de la gastronomía española. No sé por qué. La mejor y más variada cocina popular del mundo todavía dobla el espinazo ante el esnobismo paletoide y soberbio de la llamada Biblia roja. Me resulta incomprensible el seguidismo y el entreguismo a una forma de entender lo que es comer y beber bien, tan peculiar, tan caprichosa, tan subjetiva y sobre todo, tan cicatera con nuestros grandes (que son muchos más de los que los franchutes pretenden hacer creer). Lo he comentado en esta tribuna en otras ocasiones: no se trata de la reivindicación del fogón cutre y grasiento, ni de la loa sin tasa ni medida al bar de camioneros (dicho sea sin demérito alguno), sino de abordar la riqueza de nuestra cocina desde parámetros realistas, objetivos y contemporáneos. Y desde esa perspectiva forzoso es reconocer que esa riqueza y variedad de nuestra gastronomía supera con creces a la francesa o la alemana, que curiosamente obtienen una representación en la dichosa guía que bate por goleada a la española. ¿Envidia cochina? Pues algo de eso hay. La edición de este año es tan rastrera con nuestro país como lo ha sido siempre, y sobre todo resulta absurda e incomprensible para cualquiera que esté medianamente puesto en esto de comer bien soltando la tela. En Tokio existen unos 234 restaurantes tocados con alguna de las famosas estrellas; en Madrid hay 23. Eso sólo puede obedecer a dos causas: al exagerado gusto por lo nipón de los inspectores o la mala leche de la que hacen gala estos señores con todo lo que huela o sepa a España. En París diez restaurantes lucen las tres estrellas; en Madrid uno (y creo que no suscita unanimidad). ¿Acaso no sabemos cocinar ni comer en Madrid? ¿Nos van a enseñar algo los reyes de la manteca y la mantequilla? Y no todo es vanguardia ni fusión, ni pude serlo. La técnica más depurada debe estar siempre al servicio del sabor y del producto, sin exageraciones estúpidas en las que algunos se enredan y que parecen ser del gusto de los señores de Michelín a la hora de premiar restaurantes españoles, porque esa radical modernidad no se emplea con tanta fruición en los restaurantes franceses que lucen los macarons. Dicho esto, y por eso mismo, resulta tan sorprendente el bajísimo número de restaurantes patrios que luzcan tres estrellas, o dos, o una; igual de incomprensible que la inclusión de algunos de los que aparecen en dicha lista (cuyo nombre por razones evidentes, voy a obviar, aunque alguno me pille muy cerca) y sobre todo como que muchos otros no la luzcan. Que templos como Horcher o Zalacaín no merezcan ni un comentario de los franceses, o que el genial Abraham García en Viridiana (aunque a Abraham lo de la Michelín, como así debe de ser, le traiga al pairo) o Juanjo López Bedmar en La Tasquita de Enfrente no ostenten florón alguno, es tan de traca como que un sitio como A´Barra sólo luzca uno. Y lo dice todo de la guía editada por una marca francesa de neumáticos. Desde aquí les recomiendo encarecidamente que acudan a la guía Repsol y su soles; y de paso, hagamos patria.
Tres capturas la mar de interesantes en mi jornada de pesca literaria al margen de esa nueva droga que es el Black Friday. La cámara obsidiana, la última entrega de mis queridos Douglas Preston y Lincoln Child, nos trae de nuevo las aventuras de uno de los detectives más interesantes de este comienzo de siglo: el agente especial del FBI Aloysius X. L. Pendergast. El visitante, lo último del gran Stephen King, es un thriller genial y escalofriante. Por último una joya que nos trae la editorial Impedimenta: Damas oscuras. Cuentos de fantasmas de escritoras victorianas eminentes. Delicatessen imprescindible para los amantes del género en particular y de la alta literatura en general, a la que daremos un repaso más en profundidad en un próximo artículo.
El vino de la semana es un súper blanco, en concreto uno elaborado en Cádiz: Atlántida Blanco 2016, de la Compañía de Vinos del Atlántico. Elaborado con uva vijiriega blanca, es un blanco de guarda, serio, profundo, complejo y muy singular. Un vinazo que demuestra que en nuestro país también se elaboran blancos top. ¿El precio?: 25 euros.
Sigan con salud.
Foto: restauranteviridiana.com