viernes, 29 de marzo

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Barricada Cultural

 

Cuatro películas... Gestas deportivas (I)

por Alicia Noci Pérez

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El mundo del deporte es, sin duda, uno de los ámbitos en que el ser humano es capaz de dar lo mejor de sí (a veces también de lo peor, pero bueno). Está repleto de historias de superación, de esfuerzo, de constancia, de victorias in extremis y de derrotas con sabor a triunfo.

Y lo curioso es lo que eso atrae a la gente. Es posible que a usted no le interese ese mundo, pero no me diga que se pone a ver una película con alguna historia deportiva y no se queda un segundo sin respiración mientras el balón se dirige a cámara lenta hacia la canasta o la portería; o la pelota hacia el bateador. A mí me pasa siempre, y puedo ver una película así mil veces y mil veces me emocionaré ante un final apoteósico.

El cine es consciente de ello y son muchos los filmes que han recogido un momento glorioso o la vida de un deportista, ya fuera real o de ficción, da igual, la emoción es la misma. Inicio por ello una nueva serie dedicada a estos “héroes”.

Quiero empezar por una película que se basa en una gesta real y de las que ponen los pelos de punta. Es verdad que eso, está basada, y que el desarrollo es un poco distinto, pero el espíritu es el mismo: pundonor, aunque me cueste la vida.

Les hablo de “Evasión o victoria”, película de 1981, dirigida por John Huston, en la que se nos narra la historia de un grupo de soldados de diversas nacionalidades, encerrados en un campo de prisioneros nazi, durante la Segunda Guerra Mundial.

Una cosa que tiene la guerra es que se lleva al frente a personas que se dedican a cualquier cosa, por supuesto, jugadores de fútbol incluidos. Y una cosa que tienen los alemanes, aunque estuvieran en guerra, es que les gusta el fútbol. Así que cuando un oficial nazi, interpretado por Max von Sydow, llega al campo y reconoce a un futbolista británico (Michael Caine) que “entrena” a otros prisioneros, se le ocurre organizar un partido entre ellos y un grupo de soldados. Lo que pasa es que el plan se acaba yendo un poco de las manos y el enorme ego de los nazis les hace pensar en organizar un partido en serio en el mismísimo París, con auténticos jugadores, con la obvia idea de ganarles y mandar el mensaje a los aliados de “somos los mejores... en todo”. Pero una cosa que tiene el fútbol es que... “no hay rival pequeño” y, como decía el mítico José María García, “hasta el rabo todo es toro”.

Como los nazis quieren aprovechar el partido como propaganda, a los ingleses se les ocurre aguarles la fiesta preparando la huida del equipo. Y ahí viene el dilema: “¿evasión o victoria?” ¿Qué harían ustedes?

Como les comentaba antes, el guión se inspira en lo que se dio en conocer como “El partido de la muerte”. Estamos en 1941. El ejército alemán ha arrollado al ruso y ha tomado miles de prisioneros en Kiev, entre ellos numerosos jugadores ucranianos del Dinamo y del Lokomotiv. A los alemanes se les ocurre entonces (ya les decía que les gustaba el fútbol) montar un equipo con ellos al que llaman Start y a los que enfrentan en una serie de hasta diez partidos con equipos formados a su vez con jugadores de diversos países, en su gran mayoría, ocupados. Los ucranianos ganaban cada partido y, con cada victoria, crecía su fama y contribuía a la exaltación patriótica, cosa que no parecía gustar a los alemanes. Les presionaron para que perdieran, pero no hicieron caso alguno. Finalmente, en el décimo partido, el que recibe el nombre de “El partido de la muerte”, se enfrentarán a un combinado de las fuerzas nazis y, por supuesto, ganó el Start.

No mostraron entonces mucha deportividad y, completamente irritados, se vengaron torturándoles, fusilando a cinco de ellos y dejando incapacitados para el fútbol a otros cuatro. Sus nombres se recogen en una lápida en Kiev.

No es la mejor película de su director, y a mí me sobra un poco Sylvester Stallone, pero es muy entretenida y, además, podrán ver en acción a jugadores de la época: entre otros, “o rei” Pelé, el argentino Ardiles, el inglés Bobby Moore, el polaco Deyna o Werner Roth como el capitán del equipo alemán (aunque nació en Polonia y marchó siendo niño a EE.UU., donde jugó en el New York Cosmos, equipo legendario de aquel país, en el que también jugaron el mismo Pelé, Beckenbauer o nuestro Raúl).

El final les irá emocionando cada vez más, se pondrán tensos en cada acercamiento a portería y se sentirán enardecidos con ese estadio cantando “La Marsellesa”. Si ustedes vivieron la final de “nuestro Mundial”... bueno, vale, no llega a tanto, pero casi acabarán cantando los goles.