martes, 27 de mayo

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Barricada Cultural

 

Bloody Elisabeth

por Fernando Aceytón Sorrentini

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El récord absoluto en una cosa tan fea como es el asesinato en serie lo tiene una fémina, en concreto Erzsébet Báthory, apodada la Condesa sangrienta, con 612 cadáveres a su espalda. La susodicha se convirtió en una auténtica leyenda en pleno Barroco en Europa, si bien no fue hasta 1729 cuando un jesuita, Laszló Turóczi, escribió una monografía sobre la condesa y más tarde, en 1744, la volvió a dar a la prensa, haciendo que su fama tomara forma sobre la base de fragmentos históricos y del folclore.

Nacida en 1560 en Transilvania, concretamente en el castillo de Csejthe, en el seno de una relevante familia. Su abuelo materno fue Esteban Báthory de Somlyo y su tío materno Esteban I Báthory, príncipe de Transilvania y rey polaco entre 1575 y 1586. Se casó a los 15 años Ferenc Nádasdy, apodado el Caballero Negro de Hungría, famoso empalador de sus enemigos en las guerras. Al enviudar, Erzsébet Báthory apoyó a su primo Gábor I Báthory para convertirse en príncipe de Transilvania, lo que llegó a enfrentarla con el mismísimo rey Matías II de Hungría. En los Archivos Nacionales de Hungría se conservan cartas y actas del juicio en el que fue condenada a cadena perpetua, acusada del asesinato de varias jóvenes nobles. El rey Matías envió a su primo, el príncipe palatino Jorge Thurzó, quien la acusó de practicar brujería con la sangre de las pobres a las que previamente había torturado. En su castillo se encontraron numerosos cadáveres de doncellas mutiladas y desangradas. Su propio mayordomo la acusó de asesinar a 37 muchachas entre los 11 y 26 años, muchas de las cuales eran nobles que habían sido tomadas como damas de compañía. Sus sirvientes fueron condenados a muerte, siendo decapitados y quemados; a sus dos ayudantes, consideradas brujas, les fueron arrancados los dedos con tenazas al rojo vivo y las quemaron en piras.

Hasta principio del siglo XX sólo conocíamos esa obra en latín, pero en 1908 un escritor nacido en Csejthe, Dezsó Roxa, recogió la historia de Elisabeth Bárthory y la publicó en húngaro en Budapest con el título de Bárthory Erzsébet Nádasdy Ferencné (Isabel Báthory esposa de Francisco Nádasdy). Antes que Dezsó Roxa, un alemán, R.A. von Elsberg, había publicado en 1894 una biografía bastante breve pero más cuidada: Die Blutgräfin Elisabeth Báthory (La condesa sangrienta Isabel Báthory). Garay escribió una obra de teatro sobre la condesa y también se ha publicado una novela histórica en alemán: Tigerin von Csejthe (La tigresa de Csejthe) de Karl P. Szátmary. William Seabrook, en su obra Witchcraft, dedicó un capítulo entero a la Condesa sangrienta. Asimismo, en Inglaterra, a mediados del siglo XIX, Sabine Baring Gould, narra la historia de la condesa y de sus baños de sangre, en un curioso libro titulado The Book of the Werewolves (El libro de los hombres lobo).

Sobre los referidos hechos históricos brota la leyenda de la condesa Báthory, la Señora infame, la cruel asesina que utilizaba la sangre de sus sirvientas como fuente de eterna juventud. Las degollaba para llenar un barreño con su sangre y bañarse. Utilizaba la “doncella de hierro”, un instrumento de tortura con forma de mujer con pinchos en su interior que desgarraban el cuerpo de la víctima. También llegó a a hablarse de una esfera inventada por la condesa, forrada de cuchillas que se alzaba con una polea, balanceándose para que la doncella sangrara profusamente y la condesa se empapara con su sangre.

Con todos esos mimbres, la escritora Valentine Penrose creó La Comtesse sanglante (La Condesa sangrienta) una magnífica obra acerca de la perversión sexual y la demencia de la condesa Báthory, “una suerte de vasto y hermoso poema en prosa”, en palabras de Alejandra Pizarnik. La citada obra ha sido publicada en nuestro país por la editorial Siruela en su colección de bolsillo (1996).

Esta semana destaco un vino elaborado por Norrel Robertson, de la bodega El escocés errante, en Villarroya de la Sierra: Manda Huevos Blanco Carramaina 2014. Un blanco que homenajea la típica expresión española, posiblemente como consecuencia de que Robertson se vio en la necesidad de elaborar sus vinos fuera de la Denominación de Origen Calatayud, pese a encontrase sus viñedos en dicha zona geográfica. Un blanco fresco y untuoso, inspirado en un Chablis, con una crianza sobre lías de 10 meses que le confieren personalidad y corpulencia. Un gran vino.

Sigan con salud.

 

Foto: mundo.sputniknews.com