viernes, 2 de mayo

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Barricada Cultural

 

Cuatro películas... Y algunos hombres buenos (I)

por Alicia Noci Pérez

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Parafraseando el título de la película de Rob Reiner (y de la obra de teatro de Aaron Sorkin).

Cuando tu padre es una persona de ésas que hacen aquello que saben que es lo correcto, dejando a un lado los beneficios que pudieran obtener actuando de otra forma e incluso a pesar de los posibles perjuicios, te quedas marcada por esa actitud y no sólo aspiras a ella sino que la valoras muchísimo cuando la encuentras en los demás. Por eso la serie de este mes se la quiero dedicar a él.

Siempre he creído que, en el cine, uno de los actores que mejor ha encarnado esas virtudes de dignidad, honradez y responsabilidad ha sido Gary Cooper. Y no encuentro ejemplo más adecuado que la magnífica “Solo ante el peligro”. Título, por cierto, que me parece un excesivo spoiler de la historia. Sin duda “High noon”, su título original, es menos evidente y, a la vez, más agobiante, como pretende el implacable reloj de la oficina del sheriff Will Kane.

En el programa de Televisión Española “Días de cine” hay una sección que consiste en que algún miembro del universo cinematográfico describa su secuencia favorita. Pues, si yo tuviera que elegir una, tendría claro que sería el final de esta película. No puede decirse más con menos. Ni una palabra, ni una sola estridencia, simplemente un gesto.

El film data de 1952 y por eso habría quien diría que ha pasado suficiente tiempo para verlo, pero siempre quedará alguien que acabe de alcanzar la edad para acercarse a él. Así que, si no la ha visto, no lea la siguiente frase: pues lo que les comentaba, me encanta el gesto en que Will Kane se quita la estrella y la lanza al suelo, delante de sus convecinos, como diciendo “yo he cumplido con mi deber, ahí queda eso”.

Pero lo que hace más grandioso a este personaje es la humanidad con la que está reflejado. No es un héroe, no se trata de eso, no es el más valiente, en realidad tiene miedo, no pretende medallas ni vítores, sólo cree que debe cumplir con su obligación. Lo único que espera es que los demás crean lo mismo. Y los demás, que también son muy humanos, encuentran sus excusas perfectas para justificarse a sí mismos. Y claro, él se siente decepcionado. Es fácil juzgarlos y considerarlos cobardes y egoístas, pero ya saben que el miedo es libre. Y ese sentido tan elevado de la responsabilidad puede ser peligroso.

La película se rueda en pleno periodo de la llamada “caza de brujas” que ocurrió en Estados Unidos durante la Guerra Fría, entre 1950 y 1959, el “macartismo” al que dio nombre el senador Joseph McCarthy, una persecución de personas consideradas traidoras a la patria, subversivas, comunistas, a base de procesos irregulares, de denuncias fundadas en indicios débiles, de listas negras...

“Solo ante el peligro” se define como una alegoría de esta situación y una crítica a la sociedad norteamericana de la época precisamente por el estatismo de una población paralizada por el temor y que dejó injustamente solas a las víctimas. Y no está mal considerarla así porque su guionista, Carl Foreman, investigado por el Comité de Actividades Antiamericanas por supuesto miembro del Partido Comunista, se vio obligado a exiliarse en Gran Bretaña. Ese gesto final de Kane parece que era lo que pensaba Foreman sobre la justicia y la sociedad estadounidenses.

Independientemente de lo que estimara el Comité, Fred Zinnemann decidió dirigir este film, Stanley Kramer decidió producirlo, y consiguieron una historia eterna. Rodada en absoluto tiempo real, transcurren 80 - 85 minutos (la duración de la película) desde la primera vez que vemos un reloj, son las 10:35 horas de la mañana cuando Will y Amy van a casarse, y el tren que trae a Frank Miller, el forajido que el sheriff mandó a prisión, que llegará a las 12:00 en punto.

La intensidad de esa hora y media se debe en gran medida al montaje de Elmo Williams, que recibió un Oscar. Pero también a la música de Dmitri Tiomkin, que igualmente ganó el premio a la mejor banda sonora, de la que destacó la preciosa, melancólica y tan sencilla como emotiva balada que dice aquello de “Do not forsake me, oh my darling” (algo así como “no me abandones, cariño”), con letra de Ned Washington e interpretada por Tex Ritter, afamado cantante country y actor, asimismo ganadora del galardón a mejor canción original, la primera vez que se daba a una película que no fuera un musical, todo un éxito.

Por supuesto, sus excelentes actores, como Thomas Mitchell, Lloyd Bridges, Katy Jurado, un jovencísimo Lee van Cleef y una no menos joven Grace Kelly, entre otros.

Katy Jurado, la segura Ellen Ramírez, y Grace Kelly, la dulce Amy, conforman dos personajes femeninos con fuerza, con convicciones y con principios, se compartan o no, y, por supuesto, con miedo y con sentido del deber, que de eso va la historia. De hecho, son todas las mujeres las que soportan los principios morales, porque Ellen no se va por miedo, se va porque no soporta vivir en aquella ciudad; Amy abandona a su marido porque no cree en la violencia, de la que han sido víctimas su padre y su hermano; la señora que, en la iglesia, afea las reticencias de los hombres; y la esposa de Sam, amigo del sheriff, que lo disculpa ante Kane con una inmensa tristeza en su mirada.

Y, claro, Gary Cooper, actor que por aquel entonces estaba en horas bajas; pero Zinnemann y Kramer le regalaron uno de los personajes de su vida por el que conseguiría el cuarto Oscar del film y el segundo de su carrera. Curiosamente, el actor declaró ante el Comité del senador McCarthy, sin embargo defendió y se mantuvo fiel a la amistad y admiración profesional que profesaba a Foreman.

Este trasfondo político y esa visión tan humana del héroe que señalaba antes llevó a la crítica feroz de Howard Hawkes o de John Wayne, que estimaron la película antiamericana y la actitud de Kane cobarde e imposible en un sheriff. Como contrapartida rodaron “Río Bravo” en la que el agente de la ley, claro, nunca pide ayuda y la que tiene se la ofrecen, los que lo hacen, gustosamente.

Qué puedo decirles, me encanta esta película por el planteamiento, por el mensaje, por Gary Cooper... Supongo que tengo cierto vínculo con él, que declaró sobre “Solo ante el peligro”: “Vi en ello como presentación gráfica de todo lo que mi padre me había enseñado en casa” (en “Gary Cooper, el héroe americano”, de Jeffrey Meyers).