En estos tiempos de idiotez moral y de postureo, de malvados de guardarropía, resulta gratificante revisitar de vez en cuando las fuentes del pensamiento místico y mágico. Edward Alexander Crowley, más conocido como Aleister Crowley (1875-1947), también conocido como “La Gran Bestia”, fue un poeta, místico, ocultista, mago y hasta espía al servicio de su Majestad, de vida azarosa y escandalosa. Figura de culto para la cultura popular, hasta el punto de serle reconocida su influencia en el heavy metal, en Lennon, Jim Morrison, Jimmy Page (el guitarrista de Led Zeppelin, que llegó a adquirir la mansión Boleskine de Crowley en el Lago Ness) o David Bowie.
Preterido durante décadas, parece volver a ser objeto de interés. La magnífica editorial Valdemar (un verdadero must para los amantes de la literatura fantástica y de terror) publica ahora una edición de Frank G. Rubio (que pone de manifiesto dos facetas menos conocidas de Crowley: la relación mantenida con el espionaje británico y la política de entreguerras a través de la masonería), con tres obras fundamentales en una traducción de José Luis Casanova. El libro ahora recomendado lleva por título El libro de las mentiras y Konx Om Pax”.
El libro de las mentiras es una de las obras más importantes de su autor y contiene poemas crípticos y cabalísticos, considerado como una revelación de secretos masónicos. Konx Om Pax es una mezcla de géneros literarios de carácter místico. Por su parte, El Equinoccio de los Dioses es una suerte de resumen de El libro de la ley, supuestamente revelado por una deidad egipcia.
De El libro de la ley hay una edición facsímil en La Felguera. En Valdemar destaca asimismo El testamento de Magdalena Blair y otros cuentos extraños e inquietantes. Muy recomendable. Esa misma editorial ha publicado asimismo El Mago, W.S. Maugham, novela de espionaje cuto personaje principal está basado en Aleister Crowley.
Y para cinéfilos, mitómanos y curiosos, recomiendo Éxtasis y yo, la autobiografía de Hedy Lamarr, “la inventora de un sistema secreto de comunicaciones, femme fatale, cleptómana, políglota, posiblemente espía, experta en arte y, con permiso de Gene Tierney, la actriz más bella de la historia del Cine” en palabras de Ismael Marinero. Se publica en España por primera vez en Notorius Ediciones. En lo que hace a su belleza, no puedo estar más de acuerdo con Marinero, a la espera de lo que opine el maestro José Luis Vázquez. Curiosamente en el libro no se revela detalle alguno acerca de su invento, una técnica de encriptación, conocida como “salto de frecuencia, creada inicialmente para teledirigir torpedos, base de las comunicaciones modernas, incluidos el bluetooth y el wifi. Lo que sí cabe concluir es que es una de las celebridades que peor gestionaron su carrera (con permiso de Fernando Alonso), rechazando los papeles en Casablanca y Luz que agoniza. Este cronista recuerda especialmente La extraña mujer, en donde, como explica Marinero, da vida a la “más fatal de las mujeres fatales.”
Desembarca en Madrid, concretamente en Caixaforum, una interesantísima muestra que conmemora los 150 años del pintor Ramón Casas. La exposición la componen 145 obras del propio Casas y otros que le influyeron: Tolouse- Lautrec, Singer Sargent, Rusiñol, Julio Romero de Torres, Sorolla, Joaquín Torres García y Picasso. Una buena oportunidad de acercarnos a ese pintor, dibujante y cartelista siempre exquisito y una de las figuras claves del modernismo.
Esta semana no voy a tomarme un vino, prefiero un dirty gin & tonic con ginebra Sloane’s y un sándwich de berros en Embassy, el salón de té, pastelería y restaurante mítico de Madrid, abierto en 1931 y que a finales de este mes echará el cierre. Adiós a toda una época durante la cual ha desfilado por sus salones lo mejor de cada casa. Y adiós a sus deliciosos pasteles de limón y su roscón de Reyes. Como siempre, la culpita del vil metal.
Sigan con salud.
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