Qué complicado es escribir con sencillez. Y cómo disfruto ―últimamente― con la prosa espontánea. Las espesuras me aburren. Cualquier tipo de espesura. Mi momento lector me pide naturalidad. No importa el tono. Me gusta el descaro. También la confidencialidad. Y todas las reflexiones.
No importa el tono si llega cubierto de precisión.
Mi amiga Pepa BG me regaló ʽLas batallas en el desiertoʼ, de José Emilio Pacheco, un poeta mexicano que debería haber escrito más novelas. Este libro de menos de cien páginas y letra gorda es un libro enorme. Lo repito: una novela muy corta pero enorme.
ʽLas batallas en el desiertoʼ nos habla del amor y del odio. De la sensibilidad. De la brutalidad. De un ser humano contemporáneo que batalla contra sí mismo. José Emilio Pacheco rescata una tierna historia y la envuelve con la sociedad mexicana de finales de los años cuarenta.
Esta novela que en ningún momento aparta la cara es novela de doble lectura. Incluso de triple lectura. Una auténtica novela que puede leerse una y otra vez. Casi poesía. Sin ser prosa poética. Una obra maestra.
«Qué antigua, qué remota, qué imposible esta historia», nos dice un Carlos incisivo, entrañable, imprescindible; y luego nos machaca con unos decires directos, rotundos, irreversibles.
ʽLas batallas en el desiertoʼ es una novela intemporal. Hubiera gustado a principios del siglo pasado y gustará a finales del próximo. José Emilio Pacheco falleció en enero de 2014, pero (yo) lo he sentido vivo a través de esta novela inolvidable.