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Barricada Cultural

 

Cuentos de hadas en la botica: La madre alquimista

por Isabel Cárdenas

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Una niña, hija única, era tozuda y pendenciera sin remedio. Una noche estaba molestando a su madre que –harta y desesperada- deseó librarse de ella y que se la llevara la Señora del Bosque. En el acto, apareció la Dama y se llevó a la niña a una profunda cueva como castigo. Al día siguiente, la llevó a jugar con otros niños razonables para darle una oportunidad, pero siguió tozuda pendenciera. Enfurecida, la mujer la llevó hasta las profundidades de una cascada con tres molinos, sentó a la niña en la rueda y dijo: “Lo que es joven se vuelve viejo y lo viejo se vuelve joven”. Con cada vuelta de la rueda, la niña se volvió tres días mayor hasta convertirse en una mujercilla vieja y arrugada que recordaba con arrepentimiento los buenos tiempos que se había perdido por su terquedad. Como la Señora del Bosque la vio arrepentida, la volvió a meter en el molino de las mujeres de donde salió joven de nuevo y más bonita que antes. En el camino de vuelta a casa, las mujeres se encontraron con el padre de la niña que la estaba buscando. Con el disgusto y el espanto, se había vuelto viejo y canoso. La Dama lo rejuveneció en el molino de los hombres y volvió a su casa con su ya cordial y razonable hija.

La niña de este cuento encarna una tendencia a rebelarse de un modo infantil y egoísta contra la vida y sus necesidades. Esta tozudez con la madre puede deberse a una unión inconsciente con el padre. La dama del bosque o madre naturaleza tiene que indicar el camino de la fertilidad intelectual que depende de la capacidad de ser natural. Hacer conscientes y sacar a la luz los productos inconscientes para superar el aspecto exclusivamente natural y servir a la naturaleza como una potencia creativa.

El mensaje de la madre naturaleza es que los humanos debemos aceptar por completo las leyes del tiempo, vivir conscientemente la propia vida y experimentar del todo el factor tiempo: la relatividad y la realidad del tiempo. La señora del bosque es la madre del destino que obliga a los “tozudos” que se apartan de él a volver a su camino. Aquí también se trata de entender que es mejor aceptar voluntariamente la suerte que nos toca puesto que la rueda del destino siempre nos arrastrará queramos o no. Le recuerda a la niña que, inexorablemente, se hará vieja y se encontrará frente a la muerte. Y de su actitud frente a la vida y frente a la gran madre que se la ha regalado, depende que encuentre su sentido o que se quede anclada en un sentido “corto de miras”.

La muchacha representa una faceta infantil de algunas personas que se rebelan frente a la vida. Si se permanece en semejante postura, puede suceder que se viva una experiencia traumática que muestre –con gran sufrimiento- lo que podría ocurrir si no se abandona esta actitud: que un día, ya vieja, despertara como de un sueño y comprendiera, llena de arrepentimiento, que se ha engañado con respecto a su vida. La dama del bosque permite a la niña echar una ojeada a la posibilidad de un futuro así de nefasto y la salva de las consecuencias de la soberbia y la ignorancia. Al experimentar el tiempo se rompe la tozudez, la terquedad del ser humano. La ayuda a sanar antes de que un suceso trágico como una enfermedad propia o la muerte de alguien cercano, la fuerce a tomar conciencia del tiempo limitado del que dispone toda vida.

 

Foto: reproduction-grands-peintres