miercoles, 16 de julio

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Barricada Cultural

 

Manuel Moyano en nueve semanas (octava)

por P. L. Salvador

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PL: Sí, Manuel, es difícil (casi imposible) gustar a todo el mundo. Y puestas así las cosas, imagino que prefieres gustar al lector que busca la excelencia artística. Un lector que siempre escaseó y que hoy está en peligro de extinción. Considero que buena parte de la culpa (en el caso de que haya culpa [y culpable]) la tiene (y aquí me apropio de las palabras de Constantino Bértolo) «el editor capitalista no humilde o capitalista salvaje, sin rostro humano, impaciente [...], que ha aprendido que, para sobrevivir como editor, debe generar con su actividad beneficios suficientes para mantener su capital, entendiendo por suficientes aquéllos que le permitan resistir frente a la competencia. Este tipo de capitalismo compra derechos sobre textos pensando que, con la producción y venta de los libros que fabrique, generará unos determinados beneficios, sin que, en principio, le interese detenerse en evaluar si esos libros son buenos o malos para el público y su salud mental o «semántica». ¿Observo ―efectivamente― que la salud «semántica» del público se está deteriorando? Sí, entre signos de interrogación porque lo observo pero no quiero creerlo. Si afirmamos que los buenos libros estimulan el crecimiento personal, ¿podría ser que ese capitalista salvaje está aborregando a sus consumidores?

MM: Me gusta esa expresión de «salud semántica». Nuestra sociedad está obsesionada por la salud física, pero desprecia la salud semántica. Sin embargo, no cabe duda de que una mayor higiene semántica llevaría a mejorar la salud mental de la población en general. ¿O no…? Hay quien dice que las personas incultas son más felices, y el Eclesiastés ya proclamaba que el saber lleva aparejado el dolor… Aunque por esa regla de tres, sería todavía mejor ser completamente subnormal (y perdón por la incorrección política). Pero, a la postre, todo da igual, y lo digo sin pesimismo. Quienes disfruten con buenos libros, que lo hagan. Quienes disfruten sin ellos, que lo hagan también… Lo que no sé es si ese aborregamiento promovido por el capitalismo es la señal de que se acerca el fin de nuestra civilización, de la sociedad occidental. Los romanos frecuentaban el circo a la búsqueda de un encefalograma plano mientras los bárbaros se agolpaban en sus fronteras. El fin del imperio coincidió con la degradación de su cultura hasta hundirse en los abismos de la inanidad y la mediocridad. Quizá también ahora estemos empezando a deslizarnos hacia esos mismos abismos.

 

Foto: youtube.com