sábado, 20 de abril

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Haciendo las américas

El 155

por Lola Romero (Houston)

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No, no pensaba hablar de Cataluña hoy. He estado tentada en numerosas ocasiones, y en parte, estoy escribiendo estas líneas con este título, precisamente por la resonancia que ha tenido el artículo constitucional, pero en el fondo tengo poco que decir o desarrollar sobre la cuestión catalana. O bueno, mejor, no es que tenga poco que decir, es que veo tan claro el sinsentido de este independentismo inventado, y lo paso tan mal cuando aquí me preguntan sobre él, tratando de explicar lo inexplicable, que últimamente he optado por no complicarme y, sobre todo, no hacerme (mala) sangre.

Así que no, lo del 155 no es por Cataluña. Es porque es el número de veces que, como me gusta decir, me he asomado a esta ventana digital en los últimos cuatro años. Me ha hecho reflexionar el hecho de que este sea el artículo número 155, especialmente después de re-leer aquel primero que escribí en marzo de 2014, apenas recién llegada a Texas.

Me lo recordó el Facebook el otro día, y lo volví a compartir en mi muro para dejar constancia de la evolución y de lo sorprendente que es cuatro años después comprobar lo que te sorprendió en primera instancia. Cito textualmente el inicio de aquel primer “Haciendo las Américas”: “En América todo es a lo grande. Camiones mastodónticos, carreteras inmensas, comida a granel… Se utiliza el coche hasta para ir a la esquina, las casas “crujen”, adoran la comida rápida, viven pegados a una tarjeta de crédito… ¿A que parecen escenas salidas de una película o una serie americana? Puros tópicos… ¡que son ciertos!”.

En estos años he vuelto varias veces sobre la idea de que los tópicos que tenemos en España sobre Estados Unidos son, casi siempre, ciertos. Que no son exageraciones, sino más bien reflejos reales de la vida aquí. De ahí mi pregunta, ya no recuerdo en cuál artículo, sobre qué fue antes, si el cine/televisión o la vida. ¿Modeló la vida diaria el cine y la televisión? ¿O reflejan las películas y las series la vida “real”? Pues ni idea, tengo que decir que todavía no he encontrado la respuesta…

Al releer aquel primer “A lo grande”, me he dado cuenta de que me he acostumbrado a ver muchas de esas cosas, y como os conté hace un mes, hasta tengo una lista de lo que más me gusta de vivir aquí. Me he incorporado a esa vida “tópica”, y los camiones mastodónticos ya no me asustan, sino que el verlos se ha convertido en un entretenimiento para comentar con mi hijo cuando vamos en el coche. También hace tiempo que no me da miedo meterme en los líos de autovías y autopistas de siete carriles por sentido, que identifico cada crujido de mi casa de madera, o que he aprendido a diferenciar la comida rápida “de calidad” y los restaurantes que la sirven.

Evidentemente, esto es sólo lo superficial. En estos años ha habido espacio y tiempo para hablar de las armas, de la cultura, de la inmigración, del lenguaje… y eso también denota que el tiempo te ayuda a descubrir las diferentes capas y barnices que al final dan color y textura a una sociedad, a un país. Y de esto me queda aún bastante por explorar.

O sea, que el 155 sólo es un número. Vendrán más detrás, espero. Seguiremos contando y avanzando, descubriendo esta tierra donde todo es “a lo grande”. Para lo bueno y para lo malo.

 

Foto: Lola Romero