viernes, 1 de noviembre

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Haciendo las américas

Una tormenta de hielo

por Lola Romero (Houston)

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Por si nos faltaba algo por ver en Houston en los últimos meses, hemos tenido esta semana pasada una “tormenta de hielo”, que es lo mismo que decir que ha llovido hielo, nieve y aguanieve, y que las temperaturas han sido tan bajas durante dos o tres días que ni siquiera hemos sobrepasado el 0 en los termómetros. A nosotros se nos ha roto hasta una válvula de la tubería de riego, que debió estallar al congelarse el agua que había dentro. Bueno, digo a nosotros, pero debería decir a media ciudad, porque cuando empezó el deshielo y el metal cedió, casi en todas las calles había regueros de agua de las “fuentes” en que se convirtieron las tuberías rotas de muchas casas…

Y es que como suele pasar en la zona de Houston, hasta en el invierno el tiempo puede ser extremo, aunque no sea lo normal. De hecho, habían pasado siete años desde la última tormenta de hielo, y más de veinticinco sin descender de los 6 grados bajo cero, por eso también ha sido un récord que los termómetros marcaran -8º en algún momento de la madrugada del 17 de enero. Y si añadimos que la sensación térmica era de -13, supongo que no es difícil imaginar por qué se congelaron las tuberías y por qué el hielo se acumuló en los tejados, así como que los coches llevaran durante un par de días pequeños carámbanos colgando de las matrículas y guardabarros. ¡Qué frío, de verdad!

Lo curioso es que, aunque se sabe que el tiempo puede ser extremo, en realidad las probabilidades de una nevada o de una tormenta de hielo no son altas, por lo que no se realizan inversiones para prevenir males mayores durante esos fenómenos de invierno. Esto se traduce en que no hay sal ni maquinaria disponible para distribuirla en las calles o carreteras, por ejemplo. Y puesto que no hay medios para asegurar que las calles son transitables, el primer consejo de las autoridades ante la más mínima previsión de helada, es que te quedes en tu casa. En esta ocasión, por la magnitud de la tormenta, los colegios y oficinas públicas cerraron durante dos días, y muchas empresas dejaron que sus empleados trabajaran desde casa, e incluso cerraron las oficinas durante al menos un día.

Mis padres, pobres, pensaban que vendrían a pasear por nuestro bosque en un tiempo casi primaveral, a fuerza de tanto oírnos decir que “en Houston casi nunca hace frío”, y al final se han pasado casi las dos semanas enteras metidos en casa con la calefacción a tope. Sí, habíamos visto en las aplicaciones móviles y en las noticias que el tiempo sería más frío de lo habitual, como de hecho ya habíamos comprobado en diciembre cuando cayó la primera nevada en ocho años, pero una cosa es eso y otra ver el hielo puro que caía del cielo. Los tejados y jardines se quedaron blancos, aunque esta vez no se trataba de nieve esponjosa como en diciembre, sino de gránulos de hielo parecidos al granizo, muy pequeños y ásperos, que tardaron dos o tres días en deshacerse. Y eso porque en tres días las temperaturas pasaron de esos 8 grados bajo cero a 20 positivos y con un alto porcentaje de humedad.

Esto también les llamó la atención a mis padres, claro: de temperaturas bajo cero a sensación térmica primaveral en veinticuatro horas. “¡Como para no ponerse malo con tanto cambio!”, me dijo mi madre cuando el pasado sábado me levanté con una buena dosis de placas en la garganta. Pues sí, Houston es así…

Como decía al principio, no nos va a faltar nada por ver y vivir: un huracán, inundaciones, tornados, tormentas de hielo, nevadas, olas de calor… Ahora que lo pienso, casi mejor que la lista no siga aumentando, así que espero (¡ojalá!) que el “cupo” para 2018 se haya cubierto con esta tormenta de hielo y que podamos disfrutar de un año un poco más tranquilo que el anterior. Por desear que no sea…

 

Foto: Una instantánea desde una de mis ventanas de la nevada que cayó en diciembre, un fenómeno tan raro aquí como la tormenta de hielo de estos pasados días.