sábado, 20 de abril

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Haciendo las américas

Huevos de Pascua

por Lola Romero (Houston)

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Escribo desde Nueva Orleans esta semana. Hemos aprovechado el "mini-puente" que nos dejan por aquí y aquí estamos, a apenas seis horas de Houston, conociendo una de las ciudades más peculiares y con más historia de Estados Unidos. Sin embargo, no quería yo hoy hablar de este viaje, pues aún lo tenemos a medias y creo que me falta un poco de "perspectiva". Así que lo dejaré para dentro de unas semanas y en esta ocasión os relataré brevemente la "egg hunt", o "caza de huevos" que les preparamos a los niños (españoles) con motivo de la Pascua.

Sí, mientras termináis allí de procesiones, torrijas y mistelas, aquí los niños ya llevan días "encontrando" huevos que, se supone, no deberían buscarse hasta la mañana del domingo de Pascua. Y es que los colegios y guarderías, los ayuntamientos y hasta los supermercados organizan esos eventos, y al final la agenda se complica y lo que debería durar una mañana, acaba repitiéndose una semana.

Pero este año nosotros también nos animamos y nos fuimos a un parque con los niños. Organizamos una barbacoa y una puesta en común de comidas típicas de pic-nic a la española, con tortillas de patata, filetes de pollo empanado y torrijas (¡sí, torrijas!), generosamente elaboradas por la señora Isa, madre de una de las españolas del bosque, y mi marido, que ya es todo un experto en el dulce por excelencia de la Semana Santa. Y de postre, o re-postre, gracias a la capacidad imaginativa y el ánimo de mi amiga Ángela, los niños tuvieron su "egg hunt" y unos cuantos juegos añadidos, además del momento "Decora tu sombrero de Pascua", que fue todo un éxito entre ellos.

Hablando de todo un poco en aquella sobremesa, ninguno nos declaramos fan de esta tradición americana que nos pilla un poco de lejos en España, porque ni acabamos de entender el significado ni nos hace especial ilusión el atracón de azúcar que los niños se dan con el contenido de los huevos. Pero como habréis adivinado, los peques se lo pasaron en grande y jugaron, corrieron y comieron caramelos (¡ah, y torrijas!) como sólo ellos saben.

Nos juntamos casi cuarenta en un parque público de nuestro bosque, aunque, al igual que con lo de Nueva Orleans, mejor dejo para otro día lo de escribir sobre los espacios verdes con pistas de tenis y de fútbol totalmente disponibles, mesas de madera y barbacoas, chorros de agua y zonas infantiles, y hasta baños limpísimos con aire acondicionado.

En fin, que nosotros aquí este año hemos cumplido con la tradición americana que nuestros niños, por desgracia, conocen casi mejor que los penitentes (nazarenos, dicen en mi pueblo), los "pasos" y las marchas de los "armaos"...