viernes, 19 de abril

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Estreno en Royal City

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Tarde para la ira ()

Director: Raúl Arévalo

Intérpretes: Antonio de la Torre, Luis Callejo, Ruth Díaz, Manolo Solo, Alicia Rubio, Raúl Jiménez, Font García

Sinopsis: José y Curro, uno con un oscuro secreto y otro recién salido de la cárcel, son dos hombres que deambulan alrededor de la violencia enquistada y el sentimiento de venganza.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Avalada por un respetable éxito en el Festival de Venecia y con una acogida excelente por parte de mis colegas de los grandes medios periodísticos y televisivos, la esperaba con una expectación que en modo alguno se ha visto defraudada.

Les recuerdo que supone el debut tras las cámaras del todavía joven pero fértil actor Raúl Arévalo, el cual como tal me ha resultado hasta la fecha un tanto intermitente en mi percepción, ganándome a veces para su causa, como el Israel de AZULOSCUROCASINEGRO de su mentor Daniel Sánchez Arévalo, o Pedro Suárez, el detective de la imponente LA ISLA MÍNIMA, o tampoco estaba nada mal como el Álex de GORDOS de nuevo de Arévalo, lo que le valió un merecido Goya; otras en cambio, me ha dejado más bien indiferente o estomagado por excesos de quienes le tenían que controlar, es el caso de LA VIDA INDIFERENTE o la lamentable LOS AMANTES PASAJEROS.

En los últimos tiempos dónde mejor acomodo ha encontrado ha sido en el policiaco autóctono de ascendente estadounidense. Se le da francamente bien, se le nota suelto, ofrece intensidad cuando es necesario.

Parece ser que este proyecto no surgió por influencia de estos últimos papeles, sino que venía de largo, la idea matriz surgió en el bar que su padre tiene en su Móstoles natal. El paso del tiempo ha servido para ir puliéndolo y para ello, ha partido de un preciso guión escrito en colaboración con el psicólogo y amigo David Pulido. Se nota para bien la aportación del segundo a la hora de definir personajes marginales, complicados, retorcidos, oscuros, complejos, violentos.

Y es que esta es una de las características que más me llama la atención mientras la contemplo. O lo bien captados que están esos ambientes de extrarradio, de lumpen u otros de la España profunda. Hasta el punto que no creo que sea disparatado definirlo como “thriller” urbanita y mesetario de atmósfera moralmente asfixiante.

Rodado con mucha energía, sentido del ritmo, ejemplar capacidad elíptica en su primer tramo, con un oportuno toque cañí y una tensión permanente y exasperante que angustia paulatinamente, el resultado es francamente brillante y plausible.

Conste en acta que si uno se detiene en lo que es su armazón principal, bien podría ser descrita como una típica historia de justicieros vengativos (también lo es de una regeneración casi proscrita) a lo Charles Bronson, pero precisamente el estilo es lo que la redime definitivamente. Ese vibrante plano secuencia inicial, con una cámara casi pegada al cogote de uno de los protagonistas, o esa manera de manejarla manualmente, sin extravagancias ni tontos artificios. Deteniéndose en seco en los rostros, los silencios o las peroratas de algunos secundarios.

Arévalo, el que bien podría ser una especie de sosias de Ben Affleck, necesita poco menos de hora y media para tenerme clavado a la butaca. Se notan sanas influencias sin que por ello perviertan su propio sello. Estoy pensando en el cine de Peckinpah, LA HUIDA, o el Carlos Saura de las estupendas –prácticamente de lo mejor de una filmografía tan cargantemente simbólica a veces- DEPRISA DEPRISA y EL SÉPTIMO DÍA. Con estas comparte ese estilo seco, esos estallidos de violencia contundentes, despiadados, esa crudeza expositiva, realista y sin concesiones romanticonas. La áspera, la terrosa fotografía de Arnau Valls Colomer contribuye lo suyo a crear ese clima, a otorgarle una atmósfera concreta.

También está un apartado fundamental, el interpretativo, en el que se nota la complicidad existente con su compañero Antonio de la Torre, que borda a su gradualmente iracunda criatura. O Luis Callejo, que le da perfecta réplica como un individuo extremo, al que acaba desbordando aquél. Y luego están esos cinco minutos de oro que se marca Manolo Solo (el juez Ruz de B DE BÁRCENAS), que se sale como ese granuja trianero. También Ruth Díaz modula muy bien a esa fronteriza y consumida mujer.

Echando una mirada hacia atrás al género en España, en los últimos cinco o seis años, y teniendo en cuenta variantes argumentales y diversas calidades, me encuentro con un cada vez más nutrido ramillete de títulos de lo más apreciables, algunos incluso excepcionales: CELDA 211, NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS, LA ISLA MÍNIMA, EL DESCONOCIDO, MIENTRAS DUERMES, CIEN AÑOS DE PERDÓN, TORO o EL NIÑO. No es un mal saldo. Junto con la comedia de raigambre patria, tal vez sean los dos géneros que mejores cartas credenciales pueden presentar dentro de la que es una cinematografía que va sobreviviendo a vaivenes de toda índole.

Que siga la racha. Desde luego con TARDE PARA LA IRA, se eleva la calidad media. Es la mejor película de estas latitudes, tras JULIETA, que he visto a lo largo de 2016. No sería de extrañar que su autor consiguiera en la próxima edición el Goya al mejor director novel. Al tiempo, salvo que surja algún competidor inesperado.

José Luis Vázquez