sábado, 27 de abril
sábado, 27 de abril
Director: Olivier Baroux
Intérpretes: Daniel Auteuil, Gérard Jugnot, François Berléand, Zabou Breitman, Mélanie Doutey, Isabelle Gélinas, Jean-Philippe Ricci, Justine Bruneau
Sinopsis: Richard, Gilles y Philippe han sido amigos por casi medio siglo. Un verano, toman un magnífico yate junto a sus novias y se embarcan en un viaje de placer hacia Córcega. Pero la convivencia a bordo no siempre es fácil. Especialmente porque cada pareja tiene sus propios problemas y el tiempo les espera con grandes sorpresas. Entre risas y confesiones, las quejas y los celos salen a la superficie. Cada uno deberá revisar su propia vida y sus relaciones con los demás. ¿Sobrevivirá la amistad a la tormenta?.
Ya desde el inicio, resulta inevitable que acuda a mi memoria una verdadera joya del cine galo de hace cinco temporadas, PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA. También la aún más reciente BARBACOA DE AMIGOS. Todas ellas galas, todas tratantes sobre la relación de amistad entre cuarentones/cincuentones, principalmente masculinas, algo que sirve para reflexionar sobre la propia vida, el paso del tiempo, cómo este horada las relaciones humanas y sobre vínculos renovados.
Dicho esto, inevitable también es que recuerde la que tal vez sea la película fundacional de este subgénero, esa obra maestra de la comedia italiana rodada en 1975 por el gran Mario Monicelli con el título de AMICI MIEI, en España HABITACIÓN PARA CUATRO ¡Toma cambio de título, Moreno!
Tantos ilustres antecedentes no van precisamente en favor de un trabajo que en sí mismo es flojito, endeble, irrelevante. Tira de demasiados clichés, de arquetipos y nada aporta al asunto. Los diálogos son más bien de bajo vuelo, o bajamar ya que estamos en ambientes marinos, cuando no risibles por diferente motivo del pretendido, o rayando en lo tontainas. Por momentos tan a la deriva como ese yate baqueteado por la tempestad.
Muy manido, muy sobado, sin la mínima de las sorpresas, el guión parece escrito en dos tardes… es un decir. Apenas extrae zumo de la uva. Al final no es una cuestión de temas menores, los expuestos no lo son, sino de maneras determinadas de abordarlos. Y más hoy en día, que casi cualquier película que accede al circuito comercial, por muy inaguantable que sea, se da por supuesto que están profesionales detrás de la mayoría. Pero eso en modo alguno constituye aval para lo que luego importante, la verdadera relevancia de lo creado… o el simple entretenimiento escapista.
¿Es infecta? En absoluto, hasta si no se es muy exigente, yo mismo no lo soy en tantas ocasiones, y hasta de lo más magnánimo. Se puede, incluso, ver sin enfado, pero puede que a algunos les suceda como yo, que a los diez minutos se encuentren bostezando. Y aseguro que en esta ocasión no es motivado por falta de sueño.
Tras la cámara Olivier Baroux, del que no creo haber visto nada, desde luego no lo recuerdo. Uno de sus títulos más conocidillos es QUIERO SER ITALIANO. Por lo aquí visto, demuestra ser un director muy del montón.
Imprime una parte más ligera del asunto, doy por supuesto que proveniente del libreto de origen, y una segunda más aventurera, más dramática, que la podría emparentar dentro de un marcado acento coral con la solitaria y estimable CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO con un enorme Robert Redford.
Entre los intérpretes, dos son los rostros que pueden ser más conocidos, Daniel Auteil (el inductor de ese crucero a pequeña escala) y Gérard Jugnot (el que asume ser el menos agraciado de los trois amies), para la posteridad inolvidable profesor de música Clément Mathieu en LOS CHICOS DEL CORO.
Prescindible.
José Luis Vázquez
