jueves, 18 de abril

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Estreno en Royal City

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Alvin y las ardillas: Fiesta sobre ruedas ()

Director: Walt Becker

Intérpretes: Animación.

Sinopsis: Tras una serie de malentendidos Alvin, Simon y Theodore creen que Dave va a declararse a su nueva novia en Nueva York, y olvidarse de ellos. Tienen tres días para intentar romper el compromiso y salvarse así de la pérdida de Dave.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 1 estrellas

Lo que me parece inconcebible de esta vocacional y venial producción familiar, aún teniendo en cuenta que va destinado a los más pequeñines de la casa, es su enorme capacidad de convocatoria. Me decían mis buenos amigos del Complejo de Ocio Las Vías, que el primer sábado de su estreno había llenado la sala en dos ocasiones y el día que acudí a verla, al domingo siguiente, también doy fe de ello, pues volvía  a rebosar. Supongo que constituye una buena descarga para los padres llevar a sus vástagos a que se distraigan un rato. Pero la verdad es que me ha resultado de lo más intragable, y les aseguro que no soy sospechoso de que no me guste el cine infantil, de animación o el que ronde estos postulados.

El problema es que la inacción y la desidia más absoluta vuelven a campar a sus anchas, tal como sucediera con sus tres antecesoras creo, pues perdí la cuenta desde el mismo momento que se produjo la primera secuela. Y les aseguro que me las he tenido que zampar todas.

Recupero un par de breves extractos que me han hecho bastante gracia a propósito de lo que ha inspirado a dos colegas estadounidenses. Uno es de Peter Hartlaub del San Francisco Chronicle, el cual señala “la expectativa de vida de una ardilla alcanza hasta los 10 años en cautividad; así que, biológicamente, debemos estar yendo hasta el final de la franquicia”. El otro procede de Neil Genzlinger del The New York Times, “es una ocasión excelente para que los padres de niños pequeños inviertan en tapones para los oídos”.

No seré tan incisivo, no suele casar con mi carácter, aunque no se confíen, pero esta mamarrachada no deja de causarme estupor por el atrevimiento de proponer una trama tan absurda, tan simplona, tan boba y repleta de tan inaguantables canciones interpretadas con voz de chorlito roedor.  Y ya no solo constituye ese su mayor inconveniente, sino que además resulta de un reiterativo francamente irritante, de lo más cansino.

No le acabo de encontrar por ningún lado la gracia a estos bichitos parlantes.

 

José Luis Vázquez