jueves, 28 de marzo

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Estreno en Royal City

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Hipócrates ()

Director: Thomas Lilti

Intérpretes: Vincent Lacoste, Reda Kateb, Félix Moati, Jacques Gamblin, Marianne Denicourt, Carole Franck, Philippe Rebbot

Sinopsis: Benjamin está destinado a ser un gran doctor, pero su primera experiencia como médico residente en el hospital donde trabaja su padre no sale como él esperaba. La práctica se revela mucho más compleja que la teoría y la responsabilidad es aplastante. Además, su compañero de trabajo Abdel, un médico extranjero, tiene mucha más experiencia que él. Benjamin tendrá que enfrentarse cara a cara con sus límites y sus miedos, así como los de sus pacientes y sus familiares, los médicos y sus compañeros residentes.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Alejada de gestas o fútiles épicas, de absurdos corporativismos, de deificaciones, de facilones registros melodramáticos o de maniqueísmos oprobiosos, HIPÓCRATES se revela como una valiosa y realista comedia social de fácil seguimiento y virtudes divulgativas, lo cual no apareja que pueda sorprenderles en exceso.

Tal vez quiera abarcar muchas cuestionas relativas a la práctica médica, a la gestión de ésta y a la repercusión de la actitud de sus profesionales en los que deberían ser siempre principal santo y seña, los enfermos; pero también creo que resulta ilustrativa sobre algunas de las problemáticas mayores que aquejan a la profesión en esta parte occidental europea, que tan maltrecha se ha visto en este campo a partir de la crisis.

Así, podrán advertir a lo largo de la trama, cómo se va poniendo el dedo en la llaga en cuestiones varias, que abarcan desde la incorporación de médicos extranjeros a veces mejor preparados y más éticos que los autóctonos, la inexperiencia sobradilla de quienes se incorporan a la práctica de su trabajo, a nefandas decisiones administrativas o a la falta de medios como consecuencia de gestores que anteponen la rentabilidad a lo que más importa, la salud de los pacientes.

No deja de ser una radiografía del estado de las cosas en algo tan delicado como la sanidad pública y las derivaciones de ésta, aunque sea en instituciones privadas. El sistema no está bien y es palpable, se avería como lo puede hacer alguna de las máquinas al servicio de quienes les va en ello la vida.

El título pues no solo no es baladí, sino que constituye la esencia misma de esta propuesta, de sus múltiples realidades y responsabilidades, de esos juramentos hipocráticos que constituyen en ocasiones más un deseo que una realidad.

Quien de la profesión se sienta molesto, tal vez debiera contemplarla con detenimiento, pues hay crítica, sí, en algún instante sin concesiones, pero también muestra mucho cariño hacia quienes están tras esas batas blancas, vocacionales de verdad pese a la desidia que pueda asomar en algún que otro colega. Al respecto, la secuencia final resulta de lo más catártica. 

Sirva como aval que el firmante de esto, el que la co-escrito y dirigido, Thomas Lilti, sabe perfectamente de lo que habla, no lo ha extraído de ningún manual de ciencia-ficción galena, pues él ante todo siempre se ha considerado médico y ejerció como tal durante diez años de su vida. Así que no seré yo el que debata innecesariamente sobre algo que desconozco, de esa realidad más oculta aquí expuesta y sacada de manera arriesgada a la superficie.

Y digo lo de arriesgada porque es un tanto desmitificadora con los de su gremio, insisto sin perder nunca de vista, el retratar el mimo y los desvelos de tantos que guardan por la salud de los demás, de nosotros, espectadores cualesquiera de esta historia. Bien se puede deducir por tanto, que impone alguna revisión del sistema sanitario (enclavándolo en Francia, claro), o de cierta parte del mismo. Lo que percibo con nitidez es que las criaturas que participan de esta pintura se muestran humanizadas, para bien algunas y otras no tanto.

Estamos ante un cruce de retrato social y denuncia política sin que asome en exceso el sectarismo o siglas partidistas, dejando al descubierto que también en este ambiente se puede imponer cierta casta, ahora que el término lleva de moda una ya larga temporada. 

Pero cuidado, se habla también de otras cuestiones. De la propia condición humana, del derecho a una muerte digna o de la naturaleza laboral de este microcosmos.

Nada que ver por tanto, sin que ello en modo alguno suponga menoscabo hacia las mismas, con series como URGENCIAS o HOUSE, o maravillosas películas como NOCHE DE ANGUSTIA, HOMBRES QUE DEJAN HUELLA, NO SERÁS  UN EXTRAÑO, NOCHE DE ANGUSTIA, EL DOCTOR, LAS CONFESIONES DEL DOCTOR SACHS o VIVIR ES LO QUE IMPORA, o también esa negra comedia titulada ANATOMÍA DE UN HOSPITAL. Todo un subgénero poblado por abundantes títulos, que de vez en cuando se ve vitaminado y convenientemente reforzados por aportaciones del respetable calado de esta. 

Ya aviso que la utilización de esa cámara nerviosa, pegada al cogote, bien pudiera causar fatiga a algunos. El público del país vecino la recompensó con su asistencia en el número de un millón de espectadores. En la edición de aquél año de los César estuvo nominada en siete apartados, alcanzándolo merecidamente Reda Kateb como mejor actor secundario, en el papel de ese médico argelino y chivo expiatorio llamado Abdel.

Una mezcla meritoria de entretenimiento, denuncia y reflexión, algo muy propio de muchas producciones del cine galo más reciente.

 

José Luis Vázquez