martes, 30 de abril

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Estreno en Royal City

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Whiplash ()

Director: Damien Chazelle

Intérpretes: Miles Teller, J.K. Simmons, Melissa Benoist, Paul Reiser, Austin Stowell, Jayson Blair, Kavita Patil, Kofi Siriboe, Jesse Mitchell, Michael D. Cohen, Tian Wang, Jocelyn Ayanna, Tarik Lowe, Marcus Henderson, Keenan Henson

Sinopsis: Andrew Neiman es un joven y ambicioso baterista de jazz, absolutamente enfocado en alcanzar la cima dentro del elitista conservatorio de música de la Costa Este en el que recibe su formación. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza, ansía convertirse en uno de los grandes. Terence Fletcher, un instructor bien conocido tanto por su talento como por sus aterradores métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del conservatorio. Fletcher descubre a Andrew y el baterista aspirante es seleccionado para formar parte del conjunto musical que dirige, cambiando para siempre la vida del joven. La pasión de Andrew por alcanzar la perfección rápidamente se convierte en obsesión, al tiempo que su despiadado profesor continúa empujándolo hasta el umbral de sus habilidades… y de su salud mental.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

 

Indistintamente de su calidad, que me parece considerable, WHIPLASH es uno de los títulos de esta temporada (2014) que, probablemente, más debate van a generar por su asunto de primer término y de fondo. Este no es otro sino si se deben traspasar ciertas fronteras que degeneran en humillantes, sádicas para la formación de un artista, en este caso un músico, un baterista para más señas, o si siempre debe prevalecer una corrección que pudiera impedir el desarrollo de todo su talento. Poniendo el discurso al límite, trata sobre la dicotomía  entre superación personal y cierta psicopatía, en someter la cultura del esfuerzo y sacrificio casi a cualquier precio. Ahí queda la polémica.

Si se me permite una apostilla personal, nada hay que merezca que se juegue con la dignidad y el respeto humanos aunque esté en juego la mayor de las obras de arte. Además no hay porqué pagar esos peajes para alcanzar la excelencia artística o de cualquier otro signo. Sí, por supuesto, siempre resulta elogiable la abnegación bien entendida, el esfuerzo, la tenacidad bien entendida. Puedo comprender perfectamente el empeño de ese profesor por intentar no quedarse tan solo en un “buen trabajo”, con no ser ello ni mucho menos desdeñable, pero jamás  de la manera por él propuesta, aunque la cita a Charlie Parker, el protagonista de BIRD, resulte suficientemente esclarecedora de su intención.

Otra exposición/conclusión obvia, pero igualmente discutible en lo moral, es el precio de la fama o del reconocimiento por encima de unos mínimos reparos. Al fin y al cabo, este capítulo no deja de ser otro síntoma de una sociedad que tiene renovar pilas, caduca, un tanto enferma y exhausta en sus modelos.

Como bien advierte el colega Diego Salgado, “no es una fábula sobre el precio vital a pagar por dar lo mejor de uno mismo en una disciplina artística, sino sobre la consecución del éxito popular y material a cualquier precio, sin escrúpulos”. Y al respecto, como perfectamente es matizado con un ejemplo incuestionable, resulta revelador ese momento de la “desaparición” de una  partitura de un compañero y competidor del protagonista. 

Y bien puede que el símbolo que mejor la defina sean esas baquetas ensangrentadas, pero la secuencia  reseñada define perfectamente a un talentoso y joven individuo dispuesto a todo, a carecer de ética y juego limpio con tal de conseguir objetivos sin reparos.

En fin, ya ven que argumentalmente al contenido de esta enérgica producción se le puede extraer mucho jugo y polémica.

Por encima de todo esto, es difícil poder sustraerse a ese “juego” o conflicto de lucha entre educador y alumno, que puede no encierre mayores sorpresas (cambiemos de profesión, vayamos al ejército, ahí están el sargento de hierro eastwoodiano o el de OFICIAL Y CABALLERO, la fórmula no deja de ser la misma) pero que aquí está mostrado con una  intensidad especial y de manera absorbente.

Las formas utilizadas por su director, el “independiente” Damien Chazelle en su segundo largometraje (desconozco el primero, creo que no estrenado en España, GUY AND MADELINE ON A PARK BENCH, igualmente de ambiente músical-jazzistico) emparentan con el thriller y el “noir”, no en vano comparten cadencias rítmicas y sonoras. Su batuta aunque enfática y sensacionalista por momentos desprende tal vigor que no cabe por menos acabada la función, a través de ese impresionante clímax final, que solicitar varios bises.

Espectacular resulta igualmente el duelo interpretativo entre el alumno, un sorprendente Miles Teller y el pavoroso “tour de force” de J. K. Simmons como ese maestro políticamente incorrecto, humillador.

Un montaje percutante y la catarsis final acaban de poner definitivamente la guinda a este casi mefistofélico y preciso artefacto dramático-musical que parece cumplir la máxima que expone de sacar lo mejor de sí mismos por parte de sus creadores… esperemos que no pagando el precio aquí propuesto… o sí, si su masoquismo o ganas de triunfar así se lo demandan.

Con toda justicia, una de las ocho nominadas a mejor película de 2014. Supongo que es la cuota “indie” requerida en la terna de los últimos tiempos, el año pasado recuerdo que fue la preciosa y conmovedora BESTIAS DEL SUR SALVAJE.

Todo un latigazo… como perfectamente sugiere su título traducido casi literalmente al español.

José Luis Vázquez