jueves, 28 de marzo

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Estreno en Royal City

Compartir en Facebook Compartir en Twitter Imprimir crítica

La sal de la tierra ()

Director: Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado

Intérpretes: Documental. Con Sebastião Salgado

Sinopsis: Desde hace cuarenta años, el fotógrafo Sebastião Salgado recorre los continentes captando la mutación de la humanidad. Testigo de grandes acontecimientos que han marcado nuestra historia reciente: conflictos internacionales, hambruna, éxodos, etc., ahora emprende camino hacia territorios vírgenes con grandiosos paisajes, descubriendo una fauna y una flora silvestres en el marco de un proyecto fotográfico gigantesco, tributo a la belleza del planeta. Su hijo Juliano, quien le acompañó en sus últimas travesías, y Wim Wenders, también fotógrafo, comparten con nosotros su mirada acerca de su vida y su obra.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

“Más que nunca siento que solo hay una raza humana. Más allá de las diferencias de color, de lenguaje, de cultura y posibilidades, los sentimientos y reacciones de cada individuo son idénticos”. Estas palabras del fotógrafo brasileño Sebastiào Salgado que introducen su álbum EXODUS, bien podrían constituir un resumen del espíritu, uno de ellos, que anima a la subyugante y estremecedora LA SAL DE LA TIERRA, el último documental de Wim Wenders, filmado casi al alimón con el hijo del homenajeado Juliano Ribeiro.

Un campo en el que ha acabado alcanzando su plenitud creativa este cineasta alemán aupado por los modernos de la década de los 70-80 y que considero ha alcanzado su verdadero potencial en los últimos años, retratando a la bailarina y coreógrafa Pina Bausch o a los músicos Ry Cooder, Ibrahim Ferrer y los componentes de la Buena Vista Social Club grabando un memorable disco en La Habana.

Otra frase del autor otorga verdadero sentido al título de esta película, “las personas son la sal de la tierra”, así como otra definición de este maestro de la instantánea recoge la verdadera esencia de su profesión “un fotógrafo es alguien que dibuja con la luz”. Y eso nos muestra esta película, el impresionante resultado en algunos de sus momentos más resplandecientes de este luminoso dibujante.

Todos estos preámbulos para ponerles en situación acerca de una obra conmovedora, tremendamente humana, desgarradora, de belleza cegadora. Wenders a través del objetivo/mirada de Salgado extrae poesía, verdad, fascinación, del dolor provocado por el mayor depredador de este planeta, el propio ser humano. Hasta tal punto es el generado que el artista acaba atormentado y refugiándose en animales y vegetación para restañar las heridas de sus múltiples viajes por el ancho y largo mundo.

Pero antes había recorrido rincones del planeta que parecen fruto de la mayor de las conjunciones demoníacas: hileras de niños transportando oro en Sierra Pelada, bomberos canadienses intentando apagar el infernal fuego de los pozos incendiados por Sadam Hussein, las hambrunas provocadas por las sequías del Sahel (un episodio de aterradora fuerza expresiva) y el abandono de los poderosos, el genocidio ruandés, parias indios, vietnamitas o de Bangladesh… y así un largo etcétera.

Claro que no todo es horror, también hay lugar para la alegría y la sonrisa con tribus que preservan ancestrales modos de vida, o que son capaces de ponerse ciegas de alcohol.

También surge esplendorosa la geografía animal y helada del Ártico. Sus leones marinos, morsas, los pingüinos, esas interminables superficies congeladas.

Y al final, en la propia reimplantación arbórea acaba encontrando el sosiego, la paz, la armonía con este tantas veces devastador globo terráqueo. Su prolongación de su labor artística, ese proyecto Terra, es una demostración palpable que es posible revertir la destrucción del planeta.

Lo que hacen los directores es dejar que el responsable de todo esto, en imponente e intermitente blanco y negro sobre todo, o en color, hable a través de su obra. No hacen falta retóricas cuando lo que brota permanentemente es lo captado por su cámara, por su genial manera de capturar la vida y a quienes la gobiernan.

El caso es que lo aquí obtenido es una obra emocionante, perdurable.  

José Luis Vázquez