viernes, 19 de abril
viernes, 19 de abril
Director: Belén Macías
Intérpretes: María León, Goya Toledo, Eduard Fernández, Àlex Monner, Noa Fontanals, Juan Blanco, María Jesús Hoyos, Eric Bonicatto, Rachel Lascar
Sinopsis: Virginia (Goya Toledo) y Sara (María León) luchan por la custodia de Claire, acogida por la primera hace cinco años. Un viaje a la ciudad francesa de Marsella en busca del padre se convertirá en una despiadada pugna por la hija que comparten.
Road movie maternal de raíz netamente ibérica que transcurre entre estaciones de servicio, camioneros, restaurantes de carretera y moteles de autovía. El dilema en conflicto: la lucha de dos madres, la biológica y la adoptiva, por ganarse el cariño de la pequeña en cuestión, Noa Fontanals (la pequeña Claire), una actriz de expresiva mirada, nada empalagosa, viva y perspicaz.
MARSELLA es cine que no me provoca ni frío ni calor, correctito sí, pero inane, un tanto mortecino en su desarrollo dramático y completamente prescindible.
Casi todos mis colegas y muchos espectadores coinciden en algo en lo que no voy a enmendarles la plana, lo mejor de la función es María León, probablemente la mejor actriz joven surgida en los últimos cinco años en el cine español junto a Inma Cuesta y Marian Álvarez (hay alguna más que se me escapa en este momento de elaborar la crítica). Se adueña con facilidad de la escena, su capacidad y su cambio de registros vuelven a ser elogiables. Tal vez tan solo en algún momento, su dicción resulta pelín ilegible.
Frente a ella, en el ring interpretativo, una Goya León siempre bella pero desvaída. Probablemente no tanto por culpa de ella sino de un guión que no le confiere muchas posibilidades o matices.
Algunos de los conflictos dramáticos surgidos entre ambas carecen de verdadera fuerza o tensión… y la historia lo requería, casi lo pedía a gritos. Y luego está esa trama criminal, ese asunto de drogas, metido con fórceps, insustancial y que nada aporta al discurrir de la historia.
Belén Macías, eficiente profesional televisiva, en este su segundo largometraje tras EL PATIO DE MI CÁRCEL, rodado hace seis años, vuelve a acercarse y mostrar interés por un mundo femenino, el cual trata con cierta delicadeza pero sin excesivo poso. El tono calmado que trasmite me genera en algún instante somnolencia en la butaca. Sí en cambio, puedo valorarle cierta veracidad a la hora de mostrar ambientes y personajes, como el de ese camionero que borda en dos pinceladas, en dos trazos, Eduard Fernández.
Poco más y también poco discretamente menos en esta apuesta humanista pero de escaso fuelle.
José Luis Vázquez
