jueves, 25 de abril

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Estreno en Royal City

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Estados Unidos del amor ()

Director: Tomasz Wasilewski

Intérpretes: Julia Kijowska, Magdalena Cielecka, Dorota Kolak, Marta Nieradkiewicz, Andrzej Chyra

Sinopsis: Año 1990. Polonia acaba de abrirse al capitalismo. Entre la novedad de las cintas de VHS, las clases de aerobic y los discos de Whitney Houston, cuatro mujeres intentan lidiar con la represión sexual y los amores insatisfechos. Agata, atrapada en un matrimonio infeliz, se siente atraída hacia un cura. Renata, ya en su madurez, siente fascinación por su vecina Marzena, que quiere ser modelo. La hermana de Marzena dirige un colegio y tiene un affaire con el padre de uno de sus alumnos. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 3 estrellas

La cinematografía polaca viene aportando desde hace bastantes décadas, desde los tiempos de los imprescindibles –en su debut- Roman Polanski, Jerzy Kawalerowicz, Wojciech Has o Andrzej Wajda, abundantes propuestas meticulosas y francamente interesantes. Sin ir más lejos una película –extraordinaria- de aquellas latitudes, IDA de Pawel Pawlikowski, se alzaría justamente con el Oscar a la mejor producción de habla no inglesa hace tres años.

ESTADOS UNIDOS DEL AMOR se suma a esa considerable cantidad de títulos que merecen ser apreciados aunque en esta ocasión dentro de un tono ligeramente menor. Es un relato entrecruzado de cuatro mujeres polacas tras la caída del muro de Berlín. De cómo los nuevos tiempos inciden en sus vidas, de sus insatisfacciones amorosas, de sus frustraciones, de sus momentos de caída. No es una propuesta fácil, simpática o empática, ni mucho menos. Tal vez ello se acabe revelando un hándicap para provocar la adhesión, pero a la vez ese distanciamiento, ese no resultar complaciente, constituya en este caso también una pequeña virtud.

El retrato coral está expuesto con ese tono gélido, grisáceo, aparentemente desapasionado (las emociones se muestran en la más estricta intimidad, en algunos momentos casi de manera pudorosa pese a la entrega incondicional), tan habitual en ese tiempo tan concretamente enmarcado y en lo procedente de los países del Este de Europa. Y no sé hasta qué punto, no lo tengo nada claro, hay una clara intención por su director, el hábil narrativamente –también expositivamente en lo que a los cuerpos de sus protagonistas se refiere- Tomasz Wasilewski, de querer mostrar si no las nocivas sí las nada redentoras influencias occidentales, asociadas más bien a aspectos no especialmente relevantes (libertad aparte claro: queda constatada de fondo la importancia/presencia de un sindicato como Solidaridad para la salida del túnel), desde la influencia musical o la gimnasia, o no al menos para ayudar a salir adelante tras años de oscuridad y dictadura o para encontrar respuestas vitales.

Reconozco que la contemplé con un punto de incomodidad, hasta de aspereza, pero sin que por ello dejara de llamar en todo momento mi atención. No descubre nada nuevo, ni temática ni estilísticamente (aunque formalmente está trabajada), pero muestra cierto pulso y un buen engarce, un aceptable ensamblaje en guión de las diferentes tramas, apartado justamente recompensado en el Festival de Berlín y que también obtendría una nominación posterior en los premios del Cine Europeo.

Desconozco la sociedad del momento que refleja, pero lo expuesto suena a veraz, riguroso, realista, a algo vivido o de lo que se ha tomado buena nota, incluso a situaciones que me suenan a familiares, pues se podría perfectamentee establecer paralelismos con el momento de nuestra Transición. Al menos como reflejo de tiempos nada fáciles o de esperanzas muchas veces irrealizables debido en buena parte –y no así asumido tantas veces- a la propia condición humana, aunque no menos cierto es que a veces toca vivir en un tiempo y lugar en el que todavía no se puede disfrutar de las mismas opciones u oportunidades que sí llegarían a tener las siguientes generaciones, tal como ha afirmado certeramente el autor de esto.

Se deja ver y puede resultar una aportación discretamente valiosa como testimonio emocional y como fresco social de una época, sobre todo desde el punto de vista femenino, pues el guión no solamente es obra de su director (tenía 10 años en el período en el que transcurre la acción) sino de una mujer, Rebecca Lenkiewicz, y eso se nota para bien y esclarecedor.

Intachables las cuatro actrices protagonistas. No está de más traer a colación sus nombres, pues no todo van a ser mediáticas y glamourosas actrices hollywoodenses: Julia Kijowska (Agata), Magdalena Cielecka (Iza), Dorota Kolak (Renata) y Marta Nieradkiewicz (Marzena). 

José Luis Vázquez