sábado, 27 de abril

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Estreno en Royal City

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Anatomía de un hospital ()

Director: Arthur Hiller

Intérpretes: George C. Scott, Diana Rigg, Barnard Hughes, Nancy Marchand, Stockard Channing, Roberts Blossom, Robert Walden, Richard Dysart, Lenny Baker, Frances Sternhagen, Stephen Elliott

Sinopsis: A Herbert Block (George C. Scott), prestigioso director de un importante hospital de Nueva York, no sólo lo ha abandonado su mujer, sino que además ha perdido el respeto de sus hijos. Por si esto fuera poco, tendrá que afrontar el hecho de que en la clínica se estén produciendo extrañas e inexplicables muertes que han originado manifestaciones de protesta.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Corrían el comienzo de la década de los 70 del pasado siglo y en TVE, la única cadena existente en España si obviamos el UHF, vista en pocos lugares y destinada más bien a televidentes de arte y ensayo, desembarcaban las dos primeras series estadounidenses sobre médicos, las hoy en día míticas MARCUS WELBY, DOCTOR EN MEDICINA, con Robert Young, y CENTRO MÉDICO (inolvidables noches de los sábados), con Chad Everett como el apuesto dr. Gannon.

También de los USA llegaba, en este caso para la pantalla grande, muestras incisivas y demoledoras de la profesión, más bien de las enormes grietas del sistema sanitario de la sociedad más poderosa y opulenta del mundo, como esta ANATOMÍA DE UN HOSPITAL, película que dio de hablar, y mucho, en su momento. Todavía no se estaba acostumbrado por parte del espectador a un lenguaje tan claro y a unas imágenes tan contundentemente duras (dentro de un límite, claro, no olvidemos el tiempo en el que aún nos encontrábamos).

En este caso, era el satírico y brillante escritor y guionista Paddy Chayefsky el encargado de pergeñar el libreto de una feroz comedia negra de crímenes, ambientada en el marco de un hospital más o menos prototípico de la sociedad de la época. Llevada la crítica al límite, desde el humor más negruzcamente acentuado.

De alguna manera supuso un borrador, en lo concerniente al personaje del desencantado, escéptico, suicida, drogadicto e impotente protagonista, del que vendría muy pocos años después vía Peter Finch en NETWORK. Éste sí apuraría hasta el final las consecuencias de sus actos.

Constituye un ácido, más bien acidulado, avinagrado de retrato de la vida diaria en uno  de esos templos orientados a sanarnos, o mal hacerlo como es el caso, debido a negligencias, autoritarismos, soberbias y otras mezquindades propias del ser humano. Ello a través  de la mirada desencantada de uno de sus internos, un formidable George C. Scott (PATTON). El enfoque, su visión, desde luego, no es nada complaciente, todo lo contrario, fundamentalmente sangrante.

Fue dirigida con enorme habilidad, sentido de eso tan difuso denominado comercial, agilidad y ligereza no exenta de gravedad por el recientemente desaparecido, que venía de cosechar un éxito arrasador con su satisfactoriamente lacrimógena LOVE STORY, o lo que es lo mismo la historia fatal y el triunfo del amor de los jóvenes y universitarios amantes, ella pobre (una adorable Ali McGraw) y él niño de papá (un encantador Ryan O´Neal). Tal vez estos dos títulos constituyan sus cimas en diversos terrenos, recaudatorios y artísticos, aunque en el primero no se olviden tampoco sus taquillazos EL EXPRESO DE CHICAGO o el más bien flojito NO ME CHILLES, QUE NO TE VEO.

Recuerdo varias secuencias, en especial una sin concesiones, por el amargo fondo que contiene. Aquélla referida a un paciente/víctima que es apartada por los propios profesionales a la sala de espera de urgencias.

Hace tiempo que no la reviso, siento curiosidad por ver cómo la ha tratado el paso del tiempo. La recuerdo como un título notable descubierto en mi inicial juventud. 

José Luis Vázquez