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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Domingo, 24 de septiembre

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Foto: Una escena de La LEGO Ninjago película/The LEGO Ninjago movie

-Veo el tercer y penúltimo estreno del fin de semana rodeado de gente menuda y también talludita, LA LEGO NINJAGO PELÍCULA (THE LEGO NINJAGO MOVIE):

Hay una parte importante del actual Hollywood que me satura por formulario y excesivamente mercantilista, paradójicamente el mismo que consigue una buena parte de los mayores ingresos de la industria. Supongo que la disyuntiva de los máximos y actuales responsables ejecutivos debe ser ¡Para qué crear algo nuevo y puede que no rentable si se puede seguir explotando lo ya conocido y que suele reventar taquillas! Respetando cualquier criterio, no puedo evitar que me invada cierta tristeza. Y claro que en la vieja Meca del Cine se trataba de estirar aquello que funcionaba, desde la saga Tarzán hasta los westerns baratos de Budd Boetticher, pero ello sin renunciar a un grado de inventiva considerable.

Actualmente esa inventiva, esa imaginación es puesta en muchos grandes proyectos casi exclusivamente al servicio del ruido, del estruendo, del gigantismo porque sí, del apabullamiento. Así pues la receta que obtiene dividendos se continúa manteniendo: lo formulario entremezclado con lo ostentoso, e incluso rociado con alma de vídeo juego.

De lo que acabo de exponer muy someramente se resiente esta tercera entrega de la saga LEGO. Si la primera de la serie fue una apuesta novedosa, divertida e irreverente, y la segunda, LEGO BATMAN, bajaba la nota pero mantenía cierto nivel de decoro dentro de los parámetros establecidos, esta tercer a ya comienza a fatigarme.

Me da igual, aunque justo sea reconocerlo, la deslumbrante animación propuesta, deudora en su primera parte de aquél primer título fundacional, o el hecho de que trate de preservar a cuentagotas un humor presuntamente inteligente y absurdo, o que asome alguna ráfaga gamberra… La sensación general es de empantanamiento creativo.

Que tres directores y más de diez guionistas hayan sido necesarios para fabricar esto, da que pensar. Billy Wilder se las ingeniaba solito o en compañía de puntuales colegas escritores a su altura para elaborar obras maestras que perdurarán por los siglos de los siglos. Sé que no es cuestión de comparar, pero me resulta inevitable hacerlo la misma tarde que acabo también de rematar la crítica de UNO, DOS, TRES, una de sus tan frecuentes e hilarantes obras maestras, próxima su programación en una de mis actividades cinematográficas más queridas en Ciudad Real, LOS CLÁSICOS DEL DEICY REILLYS.

He de matizar, además, que el humor gastado en este colorido juguete cinematográfico me da la impresión que resulta demasiado autoconsciente de pretender serlo, y ello me provoca también cierta antipatía.

Por supuesto, las creaciones visuales y los efectos son de primera (esa Isla de Ninjago posee un gran atractivo), pero no basta solo con eso. Y de la vocación gamberra de sus dos precedentes se ha pasado aquí a un tono más endeblemente ternurista y filosófico, algo que no había hecho su aparición hasta el momento. Se ensalza la familia, la amistad y el no tener miedo a transitar nuevos caminos. Encima tengo la sensación que en algunos momentos flota la inspiración de otras dos sagas que me suelen poner de los nervios (es un decir, claro), los “atragantables” POWER RANGERS y las no menos TORTUGAS NINJA. Debe ser algún trauma de juventud, lo siento por los numerosos seguidores de todos ellos.

Y por cierto, lo de los ninjas, ese sello oriental ¿responderá a la introducción de estos trastos daneses en el mercado asiático?