viernes, 19 de abril

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Barricada Cultural

 

Palabras, "nomás", palabras

por Jorge Fernández-Bermejo Rodríguez

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Dedicado al maestro Gabo

 

Hoy recuperamos el optimismo en esta humilde columna (bueno, estos artículos serían gruesas columnas salomónicas, en todo caso), después de la escalofriante visita de la parca. Más de un amigo se alteró por si me había pasado algo.  Tranquilos todos, la visita fue metafórica. Quizás el objetivo fue errado, ya que el dardo iba dirigido a es@s parc@s que constantemente nos recuerdan que “esto y lo otro es fatal para la salud”, que “si sigues tomando esto no vas a durar tres días”. En fin, ceniz@s sin remedio.

Viramos 360 grados. El artículo de hoy es una ruborosa declaración de amor al castellano o al español, lo mismo nos da que nos da lo mismo. Sabían que nuestro idioma es la segunda lengua en el mundo por el número de personas que la practican, solo por detrás del chino mandarín. Reclamo ardorosamente el español, de sangre latina, que tantos maestros  ha dado, desde Cervantes al gran Gabo, pasando por Gloria Fuertes y por Federico García Lorca; que tantas alegrías ha proporcionado a nuestros ojos, y también alguna desgracia (a quién no le han notificado una multa en español).El idioma en el que se escribió “El Quijote” o “El otoño del patriarca”, pero también “La Pepa” y  “La leyenda del tiempo” de Camarón, por citar varios ejemplos.

Lean, lean el diccionario de la RAE en sus momentos de ocio, ábranlo al azar  y se les aparecerá como por ensalmo la preciosa palabra “marsupial”, del latín, marsupium, bolsa (me encanta la segunda acepción: “Taxón de estos animales, también llamados didelfos”…, busquen, busquen, el significado de “taxón” y “didelfo”).

Continúen en su dichoso afán de conocimiento y hallarán palabras tan embarazosas como “retorcijón”(que no “retortijón”), “melopea”, “zangolotino” (¡Ay!, qué recuerdos del genio Fernán Gómez en “El viaje a ninguna parte”), “zoquete”, “zurullo”, “zaguán”, “angosto”, “botarate”, “bacín”, “alcornoque”, “pillastre”, “témpora”, “cagalera”, “palurdo”, “zorongo”, “tentáculo”, “animadversión”, “batiburrillo”, “emperifollarse”, “criptograma”, “clarividencia”, “ciénaga”, “cenagoso”, “encenagado”, “cartílago”, “cartilaginoso”, “ominoso”, “oneroso”, “pleonasmo”, “asmático”, “clavicordio”, “cloroformo”, “verruga”, “oruga”, “moribundo”, “furibundo”, “crepúsculo”.

Más de una vez se habrán  topado con un “energúmeno”, entonces sabrán que estuvieron con una “persona poseída del demonio”. Otras veces se sentirán como una auténtica “piltrafa”, es decir, como una “persona de ínfima consistencia física o moral”. En los mejores días de primavera, cuando la sangre fluya divinamente por sus jóvenes venas y caiga la tarde, nos entregaremos al “hedonismo”(“Doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida”), y nos compraremos un “cucurucho” (“Papel, cartón, barquillo, etc., arrollado en forma cónica, empleado para contener dulces, confites, helados, cosas menudas”)   de chufas, o bien nos tomaremos una horchata, mientras observamos distraídamente el correteo incesante de las palomas.

En fin, creo que he expuesto bastantes argumentos para que usemos el español “SIEMPRE” por encima de otras palabras “engendro” (“Criatura informe que nace sin la proporción debida”), principalmente “anglicismos” que se han ido infiltrando en nuestras conversaciones por pura comodidad o, a veces por pura estupidez o esnobismo (y ojo con la responsabilidad de los medios de comunicación). Dejemos de lado, los “playoffs”, los “plannigs”, las “happy hours”, los “blue jeans”, los “liftings”, los “dumpings”, los “holdings”, o hablemos de artículo y no de “post”, cuando publiquemos algo en nuestro querido blog.

Y me despido con una flor. ¿Conocen la etimología de la palabra “recordar”? Viene del latín, de “recordare”, conformado por el prefijo “re-“ , “de nuevo”, y “cordare”, que proviene de “cordis”, “corazón”, que es donde antiguamente se pensaba que yacían las facultades de la memoria. Así que, literalmente significa esta hermosura: “Volver a pasar por el corazón”.