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Barricada Cultural

 

Felipe III

por María Delgado

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Tal día como hoy, en 1578, nacía en Madrid el futuro rey Felipe III, que gobernaría el Imperio español desde 1598 hasta su muerte, acaecida en 1621.

Felipe III, llamado “el Piadoso”, fue hijo de Felipe II, y su cuarta esposa, Ana de Austria. Llegó a las alcobas de palacio teniendo ya su padre una edad considerable, y dos posibles sucesores masculinos; pero la fatalidad dinástica se cebó pronto de nuevo con Felipe II, ya que su heredero, el infante Fernando falleció ese mismo año, y el siguiente hermano, el infante Diego, lo hizo en 1582, a consecuencia de una grave epidemia, que a punto estuvo de costarle también la vida al menor, el futuro Felipe III. Fue así como este niño enfermizo se convirtió en el heredero de la Monarquía Hispánica con sólo cuatro años de edad.

Recibió una educación muy estricta y restrictiva, guiada por el severo protocolo real, y totalmente dependiente de la venia paterna. No obstante, su regio padre le dotó de los mejores profesores de la época, que le aportaron grandes conocimientos; pero como eran en su mayoría ancianos, el pequeño Felipe se vio así privado en la infancia de la compañía de otros niños como compañeros de juegos. Es probable que el maestro que más le influyera fuese Jean de L’Hermite, quien le enseñaba francés, y era el único que lograba despertar el interés del principito, que creció siendo un niño retraído, envuelto en la apatía.

El joven Felipe se convirtió en un excelente bailarín, adquirió facilidad para los idiomas, y también se interesó por la Cartografía; pero, en líneas generales, no se demostró un gran estudiante, ni fue un erudito en su vida adulta.

Se casó en 1598 con su prima Margarita de Austria, una joven enérgica que resultó el complemento perfecto para un muchacho tan apocado, dócil y perezoso. Fue una gran influencia hasta su temprana muerte en 1611. Felipe III, ya rey, apenas tenía 33 años cuando enviudó, pero, como tenía ya una buena cohorte de hijos, decidió no volver a casarse. No se le conocieron amoríos, ni bastardos.

Felipe había subido al trono en 1598 y su advenimiento fue recibido con júbilo y esperanza tras el cansancio que se había apoderado de todos en los últimos años del reinado de su padre. Durante los primeros años, la impresión era favorable, mostrándose el nuevo rey, accesible, con iniciativas, y bien dispuesto a mejorar las gestiones del Estado. Pero enseguida de cansó de su labores de rey, abandonando éstas en el Duque de Lerma, que se convertiría en el primero de una serie de validos, que habían de estar siempre junto a los Austrias menores, llevando las riendas de la Monarquía e imponiendo su voluntad, por encima de otros nobles o funcionarios del Estado.

En 1601, el rey y su valido decidieron por sorpresa el traslado de la Corte a Valladolid, donde permanecería instalada hasta 1607 en que regresó a Madrid. Se han vertido ríos de tinta acerca del verdadero motivo de esta decisión, pero muchos historiadores coinciden en que pudo estar debida a las ganas de Lerma de alejar a Felipe III de la influencia de su abuela, la emperatriz María, residente en el convento de las Descalzas Reales de Madrid, que era una firme oponente al poder del valido.

La reina Margarita fue también una formidable opositora del Duque de Lerma, pero no logró desbancarlo en vida, tan sólo hacer caer a algunos de sus colaboradores más estrechos. Y una vez fallecida Margarita, Lerma consolidó su poder absoluto, ya que Felipe se desvinculó totalmente de sus deberes reales, para dedicarse en exclusiva a sus aficiones, como la caza, la equitación y las representaciones teatrales.

Se suele hablar del advenimiento de la “Pax Hispánica” para referirse a su reinado, porque al subir al trono, canceló temporalmente sus guerras en los Países Bajos y con los ingleses. Pero no fueron tanto sus deseos de paz, como los graves problemas internos, los que le hicieron tomar estas decisiones, tanto a él como a otros reyes de la época, que se enmarcan en lo que se ha venido a denominar “la generación pacifista del Barroco”. Las enormes dificultades financieras fueron las que realmente obligaron a Felipe III a dejar en suspenso la política exterior de corte ofensivo que había caracterizado el reinado anterior. En lugar de aumentar los impuestos —lo que hubiese traído gran descontento popular, seguido de quejas y revueltas—, el rey y su valido decidieron reducir los gastos militares, lo que desembocó en la Pax Hispánica.

El final de su reinado estuvo marcado por las intrigas políticas. Tras producirse la caída de Lerma, por sus abusos de poder, el valimiento pasó a manos del Duque de Uceda, hijo del anterior, que pronto volvería a monopolizar los asuntos de Estado, con los consiguientes excesos, tal como había sucedido con su padre; aunque nunca llegó a acaparar tanto poder como éste, ya que en los últimos años de su vida, el rey sintió remordimientos por la dejación de sus funciones como monarca, y trató de poner límites al valido, y ejercer más funciones por sí mismo. Los cronistas de la época hablan de Felipe III como un rey angustiado, preocupado por no haber sabido estar a la altura de sus predecesores y ocuparse de sus deberes políticos.

Falleció el monarca en 1621, con tan sólo 43 años de edad. Llevaba tiempo sumido en una profunda depresión, y había padecido una grave erisipela. Se suele considerar su reinado como una etapa de transición entre la gran época de los Austrias mayores, y la etapa de decadencia de los últimos Austrias, su hijo Felipe IV, y Carlos II “el Hechizado”.

El tercer Felipe es un rey bastante olvidado en la Historia de España, porque no llevó a cabo grandes gestas, y su único logro recordado es la llamada “Pax Hispánica”, que, como vimos, tampoco fue exactamente mérito suyo, ni se dio sólo en sus reinos. Sin embargo, durante su reinado se incorporaron algunos territorios más a la corona, y también hubo un destacado florecimiento cultural.

Espero que os haya gustado conocer un poquito más de él.

¡Nos leemos!

 

Foto: historiaespaña.es