sábado, 20 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Barricada Cultural

 

Cuatro películas... Animadas (IV)

por Alicia Noci Pérez

Imprimir noticia

Tras este pequeño y “animado” recorrido por el mundo, volvemos a casa, donde la animación también tiene algo que decir, aunque menos de lo que podría.

Y es que si acudimos al “Libro blanco de la animación 2017”, en los últimos seis años se han producido 40 largometrajes, 147 cortos de animación y una media de 13 series de animación por año. Pero de todos ellos, el 60% de las empresas españolas del sector vende sus creaciones en mercados internacionales, como Europa o Latinoamérica.

La creatividad al respecto en nuestro país es absolutamente fantástica, pero, aunque desde la década de 2010 prácticamente cada año se ha estrenado alguna película española con tirón en taquilla y entre la crítica, lo cierto es que la falta de interés en las políticas, la fuga de talentos y la escasa producción han acabado haciendo mella, hasta el punto de que en el año 2017 sólo se nominaron tres películas (de cinco posibles) a Mejor película de animación en los Goya. Eso, como digo, no significa falta de calidad, ya que la ganadora, “Psiconautas, los niños olvidados”, cosechó una buena cantidad de premios.

Sin embargo, casos como “Las aventuras de Tadeo Jones”, que recaudó 18 millones de euros, “Atrapa la bandera” con 11 millones, o “Chico y Rita”, que fue nominada a los Oscar, parece que son el recuerdo de mejores tiempos, más evidente al comprobar que alcanzamos algo más de 2 millones y medio en el 2016.

Obviamente, nuestro cine de animación también tuvo una historia que podríamos decir que se inició con los primeros experimentos con el stop motion de Segundo de Chomón, que ya comentamos en su momento que trabajó con George Méliès y que fue autor, entre otras, de la original “El hotel eléctrico”.

Pero, entre que eran películas sólo con partes de animación y que trabajó sobre todo en Francia, la que se considera primera película propiamente animada oriunda de nuestra tierra patria es “El apache de Londres”, que data de 1915, seguida por “El toro fenómeno”, de Fernando Marco, producida en 1917.

A partir de ahí, algunos de los mejores historietistas harían sus pinitos, como K-Hito, Serra i Massana o el mismísimo Escobar (ya saben, el padre, entre otros, de Zipi y Zape), que trabajó como animador bastante tiempo en los Estudios Animados Chamartín.

Precisamente estos estudios, con todo el apoyo del régimen, dieron un importante empujón a la industria en los años ‘40, concretamente con “Garbancito de la Mancha”, que dirigió Arturo Moreno en 1945, primera película europea en color. Pero, sobre todo, la gran plataforma de expansión para la animación española desde finales de los ‘50 sería la televisión y, muy especialmente, la publicidad. Un buen ejemplo de ello lo tienen ustedes en la familia Telerín, que mandaba a la cama a los niños de la época porque “hay que descansar para que mañana podamos madrugar”. De hecho, detrás de algunos de los grandes títulos de hoy en día siguen estando las grandes cadenas mediáticas.

Otra joya que no debemos olvidar es igualmente la primera película para adultos, “Historias de amor y masacre”, ya de 1979, producida por la revista “El Papus” y con dibujos de Ivà, Gila, Chumy Chúmez, Perich...

Los ’80 se vinieron un poco abajo, diríamos que fue mejor época para la música, pero, como les comentaba antes, la década del 2010 supuso un resurgimiento que, a pesar de todo, tiene una vía de agua.

Por eso, porque hay que darle un empujón a tan estupendos animadores de que disponemos en nuestro país, termino esta serie con una película que también cosechó un inmenso éxito, al menos de crítica, además internacional, y llegó a estrenarse en países como Japón, avalada precisamente por Studio Ghibli: “Arrugas”, film dirigido en 2011 por Ignacio Ferreras, basada en la novela gráfica del mismo título del escritor y dibujante Paco Roca.

La lista de premios (entre ellos Goya a Mejor película de animación y a Mejor guión) es también muy nutrida, más aún si incluimos los que recibió el cómic.

El mismo Paco Roca comenta que se planteó hacer esta historia pensando en sus propios padres y en la vejez. Y como la vejez como tema era demasiado amplio, decidió centrarse en las residencias de ancianos, tocando de paso el alzheimer, para lo que le inspiró el padre de un amigo suyo. Durante un año se documentó visitando residencias, leyendo sobre patologías propias de la edad y recopilando anécdotas de ancianos, familiares y enfermeros.

El resultado fue una sensible y entrañable historia, con una animación tradicional, con una temática poco habitual y que no puede definirse con un adjetivo menor a magnífica. Es emotiva (yo ya no podía dejar de llorar viendo el flash back del matrimonio que vive en la residencia), pero también es divertida, es sincera, es reivindicativa, es sobre la soledad y la amistad, es sobre el olvido y los recuerdos. Y es, sobre todo, una enseñanza: no hay nadie que lo remedie, convertirse en anciano no es una elección. Y, como digo siempre, haz a los demás lo que te gustaría que los demás te hicieran a ti. Pues eso.

Me gustaría referirme brevemente a lo que supuso esta película para los profesionales del ámbito sanitario.

No hace mucho se emitió “Arrugas” en Versión Española, el programa de la 2 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, a la que se acompañó de un interesante coloquio al que asistieron Teresa Martínez, psicóloga experta en gerontología social, y Cristina Maragall, portavoz de la Fundación Pasqual Maragall dedicada a la investigación del Alzheimer e hija del que fuera alcalde de Barcelona, que sufre esta enfermedad.

Teresa Martínez apuesta por un sistema de atención a los mayores que se conoce como Atención Centrada en la Persona, para el que la película sirve de gran ayuda, ya que viene a poner de manifiesto tanto las lagunas al respecto en la mayoría de residencias como a enseñarnos lo que viene a ser una persona con una edad avanzada y / o un mayor grado de dependencia. No, no les voy a decir que la voz de la experiencia, que también, pero sobre todo siguen siendo personas.

Y es que, como les señalaba antes, es inevitable llegar a la vejez, y ya saben que si no, mal asunto. Es inevitable, pero no un drama. “Arrugas” resulta sin duda un profundo trabajo de concienciación para profesionales, familiares y, claro, nosotros mismos como quien avanzamos hacia ello.

Emilio, el protagonista, padece Alzheimer, y su familia decide ingresarlo en una residencia donde encuentra el apoyo y la amistad de Miguel, además de otros compañeros, cada uno con sus peculiaridades.

Ambos son muy diferentes: Emilio, ordenado en el amplio sentido de la palabra, y Miguel, un vividor bastante egoísta. El primero aprenderá de Miguel que a veces puede romperse ese orden, y éste dejará a un lado su egoísmo para compartir lo que puede ofrecer a los demás.

Gracias a ellos tenemos una panorámica de la vida en esos centros y una apuesta por lo que debe ser. Y es que me pareció muy interesante lo que les comentaba de la Atención Centrada en la Persona, cuyo decálogo, sacado del blog de la propia psicóloga, sería que todas las personas tenemos dignidad, con independencia de edad, enfermedades, estados cognitivos...; cada persona es única, tiene su proyecto vital y hay que apoyarlo, no dirigirlo hacia el mismo proyecto, que casi viene a ser ver pasar el tiempo; no perder la referencia a nuestra autobiografía; el derecho al control de la propia vida por cada persona; autonomía incluso en grave deterioro cognitivo; atención a las fortalezas y capacidades; crear un ambiente acogedor, hogareño; actividades plenas de sentido y pensadas para los intereses particulares de cada uno; mantener relaciones sociales; y una atención integral y flexible en función de la propia evolución.

Si han ido alguna vez a alguna residencia lo más probable es que no hayan encontrado esto, pero si ven “Arrugas” lo más probable es que sea lo que desean encontrar.