viernes, 19 de abril

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Barricada Cultural

 

Cuatro películas... En horas lectivas (III)

por Alicia Noci Pérez

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Aún guardo el recuerdo de don Antonio, un maestro que me dio clase durante un breve periodo de tiempo allá por el año ’78. Lo que recuerdo de él es que era muy mayor y el hombre se dormía en clase y la anécdota de cuando sonaba el teléfono. Él cogía el auricular al revés y, claro, por más que decía “dígame”, no oía nada y colgaba. El teléfono volvía a sonar inmediatamente. Así varias veces hasta que alguien decidió decírselo. Como niños de siete años que éramos, aquello nos resultó muy divertido.

Posteriormente supe que este maestro era uno de los múltiples docentes represaliados como efecto de la Guerra Civil, aunque entonces no entendía qué significaba realmente. Pero por eso era tan mayor, porque no había alcanzado la edad para jubilarse. Unos meses después de iniciar el curso, por fin pudo hacerlo. Y es que en 1977 el Gobierno de UCD declaró la amnistía para todos estos represaliados.

Hoy me gustaría poder hablar con él, que me contara qué significó todo aquel movimiento docente y qué circunstancias vivió él. Como no es posible, al menos sí quiero dedicarle este artículo.

Y creo que no existe mejor película para ello que “La lengua de las mariposas”, que dirigiera José Luis Cuerda en 1999. Un emotivo relato que, personalmente, me hace pensar que muchos sueños acaban destruidos por el miedo a la realidad, algunas veces enormemente devastadora.

Y es que, aunque trata otras historias, la principal es la de don Gregorio, el maestro de toda la vida del pueblo, que propugna una enseñanza en libertad, y el efecto que su forma de enseñar tiene en Moncho, un chavalín que acaba de empezar en la escuela tras una enfermedad. Este maestro, posicionado claramente en esa manera de entender la enseñanza y la vida, con respeto, con mucha libertad, sin una disciplina férrea, aprovechando lo que nos va dando nuestro alrededor, la Naturaleza, que tanto gustaba a aquellos enseñantes, y, sobre todo, educando para pensar por uno mismo, para tomar decisiones como los adultos del futuro que van a ser. Esto último lo hemos comentado en los dos artículos anteriores, es una constante, sin duda, la gran aspiración.

El relato es casi una utopía porque el escenario es un precioso pueblecito gallego, porque se sueña con un cambio político que traiga buenas cosas, porque la vida transcurre tranquila, porque los niños disfrutan aprendiendo. Pero estalla la guerra y todo eso queda diluido, como les señalaba antes, por el miedo y por la dura realidad. También la escena en que el hermano mayor de Moncho se enamora de una chica que está casada con un hombre mucho mayor de ella y que no parece tratarla con mucho amor es un empujón hacia la vida real.

Aquella guerra, durante y después de ella, castigó severamente al colectivo de los docentes, con unas cifras que rondan los 15000 expulsados y unos 6000 sancionados a los que lo menos grave que les ocurrió fue que estuvieron 18 meses sin cobrar. Morente Valero, en su tesis “La depuración del Magisterio Nacional”, llegó a contar hasta 60000 maestros depurados.

¿Por qué tanta inquina? Porque se les consideraba responsables de haber extendido entre los jóvenes lo que se denominaba “el virus republicano”. Si no se acababa de raíz con ellos no sería posible imponer el nuevo sistema nacionalcatolicista. Por eso el castigo debía ser ejemplar, para quitar las ganas a cualquier otro de repetir la “jugada”.

En nuestro film de hoy es evidente esta inquina en la figura del alcalde, poderoso, estricto, intolerante. Sus miradas lo dicen todo, en especial la mirada final, que le hace cómplice de lo que está ocurriendo. Y es que, en una primera fase, recién declarada la guerra, los militares fueron los encargados de peinar pueblos y ciudades en busca de maestros republicanos, pidiendo informes a los alcaldes. Esto queda perfectamente reflejado. A partir de noviembre de 1936 se crearán comisiones provinciales y se les exigirá a todos los maestros que soliciten su propia depuración para poder seguir ejerciendo. Debían detallar qué hacían antes y después del 18 de julio, cómo recibieron el alzamiento, sus filiaciones políticas y sindicales, su actividad diaria y privada y delatar a sus compañeros. Tenían, además, que acompañar informes del alcalde, del cura, de la Guardia Civil y otros.

Así lograron llegar algunos hasta el fin del franquismo, como don Antonio, y consiguieron verse resarcidos de alguna manera, aunque ya fuera tarde para poder resarcir a tantas generaciones de alumnos.

Es una película con un final verdaderamente acongojante, pero es muy emotiva y, además, una forma de acercarse a un periodo negro de nuestra historia que debe conocerse. Y si desean saber algo más, pueden leer, por ejemplo, la tesis que les comentaba de Francisco Morente Valero, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, publicada en 1997 o el artículo de Carmen Morán, “Represión contra los maestros en la Guerra Civil”, publicado en El País de 27 de enero de 2003, que hace referencia a este trabajo. Pueden incluso encontrar artículos de periódicos regionales, provinciales o locales que se centran en el apartado que el profesor Morente dedica a su territorio, si les interesan datos más específicos.