viernes, 26 de abril

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Barricada Cultural

 

55 homéricos años

por Ignacio Gracia

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Su nombre es José Luis Vázquez y hace críticas de cine. 55 homéricos años. Más de 8000 películas adornando las estanterías de tu casa, no caben más. Miles, miles de artículos escritos: 6 volúmenes recogen el periplo del diario de un cinéfilo compulsivo. 4 o 5 visionados al año de “el hombre tranquilo”. Una vida de cine. Incontables películas, tragedias, heroicidades, traiciones… que revives a diario, casi a voluntad como aquel fantástico personaje de Borges, Funes el memorioso, que tenía la capacidad de recordar aquello que había visto con la misma frescura que el propio presente. Ese personaje no podía diferenciar entre el ahora y el recuerdo evocado. Así es este crítico de cine, es literalmente cine. Vida encuadrada y enlatada -plano fijo-, fabricada con la materia de la que están hechos los sueños.

Arriesgarlo todo por ese sueño e intentar ganarse el jornal de ello, con arrestos de toro salvaje o morlaco. Vivir de lo que se disfruta, si es que honestamente se le puede llamar a ello trabajar –y menos vivir-. Noches interminables tecleando críticas y montando estos artículos, 4 tardes completas de sesiones de cine, dos días libres para ver películas que puedan echar “más madera” al fuego del arte. No puede ser de otra forma, a un amante tan exigente hay que dárselo todo. Desde joven. Y luego justificar desvelos o ver cómo se come, ya veremos. Como dijo Lope, “esto es amor, quien lo probó lo sabe”.

Nada importa si convives con mujeres como las de Fellini. Si puedes presumir de una novia que ya no es amor platónico, porque es real y se llama Audrey Hepburn. De amigos como el sheriff John T., que siempre estarán ahí para darle una patada a la escupidera cuando vayas a recoger una moneda, que recomprarán los revólveres que malvendiste en tus horas bajas. Nada importa que el desarrollo de tu labor en estos lares asocie la imagen famélica de rocinante, que los progres de salón de la calle mayor no valoren –ni paguen- la cultura. Que en otra ciudad, y lo sabes, serías muy famoso y tendrías diez veces más pelis en tu casa porque sería diez veces más grande. Pero nada de eso importa, abandonar tu verde Innisfree gallego, porque esta tierra de Sanchos y de Quijotes Fordianos es tu particular Monument Valley. Negadme que no es clavadito sobre todo en agosto. Supiste “llegar a Lordsburg, estar donde debes estar y enfrentar lo que debes solucionar”. Brindo por ese capicúa: “Cuatro cervezas frías Ma. Lo mismo para mí, y un whisky”. Te quejas de que vas perdiendo vista, pero en realidad creo que te estás transformando en un centauro (O searcher). Pero no desfallezcas amigo, resiste en este Alamo manchego. Como dijo tu amigo Corbett, “Cuando tus piernas estén tan cansadas que tienes que arrastrar los pies, lucha un round más. Cuando tus brazos estén tan cansados que apenas puedas levantarlos para ponerte en guardia, lucha un round más. Cuando tu nariz esté sangrando y tus ojos morados y sólo deseas que tu contrincante acierte un golpe en tu mandíbula y te mande a dormir, lucha un round más. Porque el hombre que aguanta un round más, el que visiona otra película, nunca será vencido.”

Felicidades, amigo. He hecho contigo uno de los pocos negocios buenos de mi vida. A cambio de no recibir tu metafórico salario, he comprado algo impagable: poder escribir con libertad, algo imposible en estos tiempos modernos. Y usando ese privilegio hoy cocino estas líneas salpimentadas con guiños torpes al séptimo arte. Eres una enorme olla de pote cinéfilo con un grave efecto secundario: la cultura. Combinado con educación, la tuya clásica, hace que escucharte sea como ver caminar a Fonda. Como dijo el maestro del parche en el ojo, "¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine."

 

Foto: Álvaro Velasco Vela