viernes, 29 de marzo

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Barricada Cultural

 

Cuatro películas... Con piezas clásicas (II)

por Alicia Noci Pérez

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Hoy vamos a volver sobre una película de la que ya hablamos en otro momento, “El paciente inglés”, que fue una de las seleccionadas con el tema de “Literatura escondida”. Pues resulta que también esconde una estupenda composición musical: “Las variaciones Goldberg” de Johann Sebastian Bach.

Si lo han visto, saben que en el film se desarrollan dos historias: la que transcurre en la Segunda Guerra Mundial, cuando Hana, la dulce enfermera canadiense que interpretó tan magistralmente Juliette Binoche que le proporcionó el Oscar, cuida al “paciente inglés” del título, del que va averiguando su vida mientras él le relata la época en que, siendo el conde Almásy, trabajando como arqueólogo, conoció a Katharine Clifton.

La obra literaria escondida a que me refería antes, la “Historia” de Heródoto, aparece en los flashbacks del conde. La obra musical lo hace en su momento presente, como un contrapunto a la destrucción en la que viven. Hana se instala en un convento italiano, abandonado y medio derruido. Entre escombros se encuentra un piano y comienza a tocar en él precisamente las maravillosas “Variaciones Goldberg”.

Es entonces cuando hace su aparición Kip, un soldado de etnia sij que lucha en el ejército británico desactivando bombas. Y, precisamente, advierte a Hana de la posibilidad de que haya una en el piano que está tocando, aunque ella, demasiado acostumbrada ya a la guerra, bromea considerando que quizás sea seguro interpretando a Bach, que era alemán.

La versión corre a cargo de la pianista Julie Steinberg y se convierte, junto con la preciosa banda sonora de Gabriel Yared, en referente de la película. Minghella, director de la misma, comentó en su momento que “las bandas sonoras que siempre me han gustado son las que basta con pronunciar el título de la película para que la música empiece a sonar en mi cabeza”. Creo que tanto la música original como otras piezas que se utilizan, no sólo “Las variaciones Goldberg”, también el “Cheek to cheek” en la voz de Fred Astaire o “Szerelem, szerelem”, una canción tradicional húngara que significa “Amor, amor” y que cantó Márta Sebestyén, nos transportan inmediatamente a esta historia, así que reto conseguido por parte de la banda sonora, que también logró el Oscar.

Bach, que vivió entre 1685 y 1750, fue uno de los grandes autores del Barroco, aunque su grandeza se reconocería cuando él ya no estaba en este mundo. Y estas Variaciones cuenta la leyenda que las compuso para el conde Keyserlingk, un diplomático ruso que se convertiría en mecenas y protector del músico. Pues bien, el conde sufría de insomnio y parece ser que Bach habría creado esta obra, tranquila, relajante y algo repetitiva, para que consiguiera conciliar el sueño. Así que cada noche, su clavecinista particular, Johan Gottlieb Goldberg, tocaba alguna de ellas hasta que el diplomático se encontraba con Morfeo.

Pero bueno, esto es, como digo, una leyenda que parece carecer de una base sólida. Realmente, Bach le dio el título de “Aria con variaciones diversas para clave con dos teclados”, cuarta parte del “Clavier-Übung”, una especie de manual de prácticas para clavecinistas aventajados. Es probable que Goldberg, discípulo de Bach, se hiciera con alguna copia y que entre él y Keyserlingk la hicieran famosa.

El título de “variaciones” significa que tiene un aria que sirve de base, treinta variaciones sobre ella consistentes en alterar el tempo, la altura de las notas, su orden, añadir contrapuntos, etc., y, por último, se cierran con el mismo aria del principio.

Se publicaron en 1741 o 1742, pero el aria se compuso con anterioridad, ya que aparece en el “Pequeño libro de Anna Magdalena Bach”, también conocido como “Cuaderno para piano de Anna Magdalena Bach”, dos cuadernos de notas manuscritas que el compositor regaló a su segunda esposa entre 1722 y 1725. El aria estaría en el segundo.

Sea cual sea el origen, el resultado es una música evocadora, algo melancólica y un auténtico remanso de paz para espíritus atormentados como el de Hana, que ha visto morir a demasiada gente querida, o el de Almásy, que ha sentido la impotencia de no poder ayudar a la mujer que amaba. Si alguna vez cree que el suyo también necesita una ayuda, ya sabe un remedio.