jueves, 28 de marzo

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Barricada Cultural

 

En torno a un frigorífico

por PL Salvador

Imprimir noticia

Adicto a la sociedad. Así me siento. ¿Por qué? Porque soy incapaz de vivir sin frigorífico. Digo frigorífico pero pienso en toda la parafernalia que me rodea. Es para volverse loco y tal vez ya lo estoy.

Estoy atrapado en un mundo industrializado. Nací atrapado. Lo sentí en mis primeros años y sigo sintiéndolo. Lo peor de todo es: que se trata de un mundo estúpido. Unos estúpidos han creado un mundo estúpido y me han encerrado en él.

Ahora pienso que podría haber escapado. Los jóvenes pueden escapar de casi todo. No tengo muy claro cómo lo hubiera hecho, pues la sociedad te persigue adondequiera que vayas.

En realidad sólo hubiera podido ir a un sitio. Fuera. Lo más lejos posible. A un paraje natural. Lo malo del asunto es que ya no sabemos vivir en los parajes naturales. Somos unos inútiles. Tan dependientes como un perro doméstico.

Cimarrón. Eso tenía que haber sido. Monte. Una cabaña. O una cueva. Un arco. Un cuchillo grande. Toda una vida evitando a mis semejantes. Una vida corta e intensa. Una muerte digna: comida para los buitres.

Que me den otra vida y lo hago. El inútil arrojado. Si alguien se viene conmigo, mejor. Si se vienen tres o cuatro, mejor aún. Un par de parejas. Podría haberlo hecho. En mi juventud conocí a gente que se hubiera venido conmigo.

Pero no lo hice. Me quede quejándome. En rebeldía oficiosa. Como tantos otros. Los rebeldes cobardes. Que no tuvieron narices para largarse. Aunque quizá no fue eso. Quizá fue otra cosa. Quizá no veía tan claro como ahora.

Pues los jóvenes: ya se sabe. Quieren pasárselo bien y poco más. Y yo me lo pasé bien, lo confieso. El rebelde desenfrenado. ¿Qué otra cosa puedes hacer viviendo en un mundo estúpido?

Hoy sé lo que podría haber hecho: largarme. A estas alturas ya habría muerto, eso es obvio. La naturaleza desgasta mucho. Pero no me fui. Y aún no he muerto. Tampoco he conseguido nada con mi rebeldía. Creo.

O sea. Que he sucumbido. He perdido la partida. Quise luchar contra el monstruo y ni siquiera he conseguido darle una patada en la espinilla. Mientras que él ha conseguido que mi vida entera gire en torno a un frigorífico.

 

Foto: blogdelg.es